Continuando con la labor de descentralizar la literatura y dar a conocer la obra de los autores peruanos de todos los tiempos y regiones, la Casa de la Literatura Peruana ha organizado la exposición “Homenaje a César Atahualpa Rodríguez”, muestra que rescata del olvido la figura de este insigne poeta y narrador de la Ciudad Blanca.
La exhibición se inaugura el viernes 4 de marzo, a las 7 p.m., en las Salas 15 y 16 de la CASLIT. Y estará abierta al público de martes a domingo, de 9:30 a.m. a 7:30 p.m. hasta el 5 de junio. El ingreso es libre.
En esta muestra podremos ver una línea de tiempo que presenta lo más relevante de la vida del autor. Además de fotografías y caricaturas del escritor, se presentan las portadas de las Revistas El Aquelarre, donde escribió, y las carátulas de sus libros Los últimos versos, Cien poemas, Sonatas en tono de silencio, Dios no nos quiere, etc. También destacan las imágenes de la ceremonia de entrega de la Medalla del Congreso de la República, donde el autor aparece con Luis Alberto Sánchez, José Luis Bustamante y Rivero y Jorge Manchego. Asimismo se presenta el manuscrito de un cuento inédito llamado “El último diablito”.
César “Atahualpa” Rodríguez (seudónimo de César Augusto Rodríguez Olcay, 1889-1972) fue un escritor de formación cultural autodidacta. Escogió el seudónimo “Atahualpa”, porque así lo rebautizó el poeta arequipeño Percy Gibson.
Frecuentó entre 1908 y 1913 a escritores de la talla de José María Eguren, Manuel González Prada y Abraham Valdelomar, estos últimos elogiaron su obra. Incluso González Prada llegó a considerarlo como “la nueva expresión de la lírica nacional”.
A fines de 1916, junto a Percy Gibson, fundó el grupo “El Aquelarre” y publicaron 4 números de una revista que llevaba el mismo nombre, iniciativas que fueron un aliciente para la vida intelectual arequipeña. “El Aquelarre” aparece más o menos al mismo tiempo que el movimiento “Colónida” en Lima, el grupo “Norte” de Trujillo, y “La Tea” de Puno. Sin embargo, la influencia de este grupo fue modernista, simbolista y sobre todo parnasianista.
En 1917, fue nombrado director de la Biblioteca Pública de Arequipa, cargo que desempeñó hasta 1955.
En 1926, la editorial Nuestra América de Buenos Aires, publicó La torre de las paradojas, primer libro del escritor, al que le precedió una vasta obra tanto en prosa, como en verso y ensayo.
“La poesía de Rodríguez tuvo bastante emoción social y un marcado acento regionalista”, afirma el crítico literario arequipeño Tito Cáceres Cuadros.
En 1966, el Congreso lo condecora con los más altos laureles: la Orden del Sol del Perú y la Orden del Congreso. Además, se le premia con la Medalla de Oro de la Ciudad, otorgada por la Municipalidad de Arequipa.
Ese mismo año -1966- publica Sonatas en tono de Silencio, editado por el Ministerio de Educación Pública. Este libro reúne poemas que son representativos de la madurez del poeta. El tema central del poemario es la búsqueda de la soledad como un medio para convertir a la filosofía en la fuente primaria de sus escritos.