El presente libro no es, pues, una Historia de la Conquista del Perú -aunque forzosamente tengan que seguirse en él las principales incidencias de aquella epopeya por haber tomado parte en ellas nuestro protagonista-, sino una contribución al estudio de la verdadera personalidad de Francisco Pizarro, hombre de carne y hueso y no personaje casi mítico como la mayor parte de los historiadores nos los ha venido dando a conocer hasta ahora (Arciniega, 1941, p. 7).
Por Rosario Ortega Malqui
Con estas palabras, Rosa Arciniega inaugura el primer tomo de una serie de biografías noveladas centradas en algunos de los conquistadores españoles más importantes de Hispanoamérica. Su primer héroe y protagonista fue Francisco Pizarro, conquistador del Tahuantinsuyo.
En Perú, Francisco Pizarro es una figura polémica. Su nombre evoca la memoria de la conquista del Tahuantinsuyo, un momento conflictivo que significó un antes y un después dentro de la historia peruana. Las historias de los Trece de la Isla del Gallo, el encuentro de Cajamarca, la guerra entre pizarristas y almagristas, conforman algunas imágenes que lo tienen como protagonista; episodios que se han incrustado profundamente en la memoria histórica peruana.
Pero todo suceso histórico depende del prisma bajo el que se observa. Hasta el primer tercio del siglo XX latinoamericano se había creado una leyenda negra entorno a Pizarro y los conquistadores españoles, consecuencia de la búsqueda de las nuevas repúblicas de distanciarse de la colonia y de España. Una intrépida periodista llega alrededor de los años 30 y contribuye en desmentir en Latinoamérica gran parte de la mala fama que cargaban estos personajes históricos. Rosa Arciniega (1903-1999) es una periodista y novelista peruana que rescata la figura de Francisco Pizarro y muchos otros españoles que formaron parte de la Conquista de Latinoamérica. Una de sus obras más importantes, una biografía dedicada a Francisco Pizarro de más de 500 páginas, busca acercarse a la imagen más humana de ese personaje histórico, dirigiendo la narración hacia los sentimientos y emociones que el hombre pudo haber experimentado, dejando de lado la figura mitificada del codicioso y genocida conquistador.
Francisco Pizarro. Biografía del conquistador del Perú (1936) es el producto de las investigaciones de Arciniega en todo el territorio americano y español. En palabras de la investigadora Inmaculada Lergo, la idea de realizar la biografía nace “por una pequeña pelea entre Rosa Arciniega y Gabriela Mistral”(1), fruto de una rivalidad entre los pensamientos hispanistas de Arciniega y los antihispanistas de Mistral. El compromiso de Arciniega por traer al público una obra de calidad se puede ver en los viajes que ella realizó a diferentes lugares representativos de la Conquista del Perú, cuyas fotos se pueden observar en la segunda edición de la biografía de Francisco Pizarro. La obra se sirve de las evidencias documentales conocidas en la época —Arciniega toma como referencia principal las Crónicas de Indias conocidas en su época como las de Pedro Pizarro, Pedro Sancho de la Hoz y Francisco de Xérez—; sin embargo, es la maravillosa prosa de Rosa Arciniega lo que realmente logra que el lector profundice en la psique del hombre. Ella no solo logra darle voz al niño que eventualmente se convertiría en uno de los hombres más poderosos del mundo durante el siglo XVI, sino que se permite reflexionar acerca de aquellos rezagados por la historiografía de la época: mujeres, infantes, indígenas y esclavos.
Arciniega inicia su discurso posicionando a Pizarro como el lamentable hijo bastardo de un hidalgo y una criada en Trujillo, Extremadura. No desea adjudicarle una única virtud, como sí hace con el resto de sus héroes; para ella Francisco Pizarro no posee ninguna de las características que hacen únicos al resto de héroes de la Conquista de América. Pero Pizarro tiene un único condicionante favorecedor: el destino. El Francisco Pizarro que Arciniega reconstruye está destinado a la grandeza.
Esta invisible mano de la Fatalidad es la que, a golpes de tanteos aparentemente ciegos, guía ahora a Francisco Pizarro hacia aquella madriguera sin salida[sic] de Cajamarca, donde se va a jugar el destino del poderoso Atahualpa (Arciniega, 1941, p. 209).
Arciniega irá contando a lo largo de 12 capítulos, la ascensión y la muerte de Francisco Pizarro, sus aventuras y sus querellas políticas, sus grandes amistades, su desventurado romance con una pequeña ñusta, sus rivalidades. Invitamos al lector a acercarse a Rosa Arciniega, como novelista, historiadora y diplomática; a adentrarse a la excelente prosa de Arciniega, no solo desde Francisco Pizarro. Biografía del conquistador del Perú (1936), también desde el resto de sus biografías noveladas: Don Pedro de Valdivia: conquistador de Chile (1943), Dos rebeldes españoles en el Perú: Gonzalo Pizarro (el gran rebelde) y Lope de Aguirre (el cruel tirano) (1946) y Sarmiento de Gamboa, el Ulises de América (1956); así como de sus novelas sociales Mosko-Strom (1933), Engranajes (1931), Jaque Mate (1931), Vidas de celuloide (1934), sobre las cuales se habló en un anterior artículo (enlace, aquí). Porque mediante este rescate histórico, Rosa Arciniega logra posicionar a la mujer como una intelectual válida, capaz de reconstruir el esquema sentimental a partir de la historia. Revalorar a Arciniega y releerla es dar un pasito más hacia el rescate de literatura e historias olvidadas, a la restitución de una mujer que trascendió al tiempo por sus ideas e historias dentro de la historia de la literatura.
Nota
1. Mencionado en el congreso Internacional “Escrituras de mujeres: genealogías y archivos (1850-1950)” realizado por la Pontificia Universidad Católica del Perú, 15, 16 y 17 de noviembre de 2023.