“Creo que mi ojo tiene un arbitrario criterio de selección”, es el primer verso del poema Mi ojo tiene sus razones, que da nombre a la exposición Watanabe. El ojo y sus razones, muestra que recorre la vida, obra y explora las distintas facetas de uno de los poetas más representativos de la generación del 70.
“Poesía, teatro, libros infantiles, cine, música conforman la obra de José Watanabe que hoy en esta exposición se nos revela en una coherencia ejemplar y es signo y emblema de lo mejor que podemos hacer los peruanos en las diversas circunstancias que nos toque atravesar”, dijo Milagros Saldarriaga, directora de la Casa de la Literatura Peruana, en la inauguración de muestra.
El alcalde de Laredo, Miguel Chávez, recordó al poeta José Watanabe y agradeció a la Casa de la Literatura Peruana por la muestra en homenaje al vate trujillano. “Esta exposición nos llena de orgullo y alegría a los laredinos, que un hijo de nuestra tierra sea reconocido y recordado por su obra”, comentó.
Enrique Watanabe contó que su hermano siempre se sintió poeta. “Cuando se peleaba con la poesía —hubo muchos momentos de esto— o cuando las urgencias de lo cotidiano apremiaban se definía como un técnico audiovisual, videasta, escenógrafo o como director de televisión dependiendo de la ocupación en la que estaba en ese momento, pero nunca dejó de ser poeta y pasado el temporal volvía a tiempo completo a la poesía y a soñar con el poema perfecto”, recordó.
La investigadora mexicana Tania Favela, asesora de la exposición Watanabe. El ojo y sus razones, contó que a raíz de su investigación sobre el poeta ha generado un vínculo “entre México y Perú. Hay alumnos míos que han hecho tesis sobre Watanabe y que han trabajado sobre él y otros poetas peruanos”.
Zonas de la exposición
La exposición se organiza en cuatro zonas que buscan abordar las distintas facetas e intereses del poeta. El título de la exposición —como comentamos— nace del poema Mi ojo tiene sus razones, del libro El huso de la palabra (1989), que refiere el carácter de la poesía y de la mirada de Watanabe: observar el vasto paisaje o una situación para luego enfocarse en el detalle y la textura. Este poema da la bienvenida a la muestra.
El mito que ya no
La primera sección nos remite al legado que su familia y Laredo —su tierra natal— aportan a la obra de José Watanabe. Él vuelve continuamente a este espacio, a partir de temas como la familia, la migración y el mestizaje. Esta zona está dividida en tres pequeños espacios. El primero es La familia, raíz, lo orgánico, que presenta la relación de su obra con su padre Harumi Watanabe, inmigrante japonés, y su madre, Paula Varas. Podemos encontrar fotografías familiares, un sello donde se lee en japonés el apellido Watanabe, un obsequio del poeta Antonio Cisneros. Así también, el libro Tratado del paisaje, de André Lhote —que pertenecía a su padre—, además, de su partida de nacimiento y la antología Tu nombre viene lento, donde recogen 18 poemas dedicados a la figura materna ilustrados por el artista Eduardo Arroyo.
La segunda subsección es Laredo, una visión política, donde se muestra la exploración política en su vida y obra. Algunas de las piezas que destacan son: Trapiche, cuento publicado en el número 1 de la revista Narración, así como una investigación denominada Una honda huella. Historia del movimiento obrero 1930’s y el proyecto Rosenda (tratamiento simple para posterior novela). Además, de fotos y audios de entrevistas a laredinos que participaron en la sublevación de 1932 en Trujillo.
La última zona es Laredo. Paisaje, palabra, un espacio de tránsito entre su universo poético y el inicio de su obra literaria. Allí encontramos una instalación audiovisual a cargo de la artista Luz María Bedoya. Este haiku fílmico es producto de la visita del equipo de investigación a Laredo; muestra la ensoñación y la potente presencia del paisaje de esta ciudad invitando al visitante a la contemplación de esas imágenes divididas en tres pantallas jugando con la forma de los haikus (tres versos). En esta zona se encuentra una entrevista a su madre, Paula Varas. En el audio de unos 60 minutos, ella habla de distintos aspectos: desde la inmigración japonesa hasta el papel de su familia en las revoluciones obreras.
Los versos que tarjo
La segunda sección nos habla de la irrefrenable vocación del poeta por la corrección y la reescritura, de la gran atención al aspecto visual y arquitectónico en la composición del poema en la página y los vínculos amicales con artistas y poetas de su generación. El primer espacio de esta zona se denomina Génesis y tránsitos, aquí se pueden encontrar sus primeros poemas publicados en la revista Estación reunida, así como su participación en el Premio El Poeta Joven del Perú de 1965, donde quedó como cuarta mención honrosa por el poemario inédito —y extinto— Arquitectura de la sombra en la hierba y también su primer poemario, Álbum de familia, que ganó el Premio El Poeta Joven del Perú 1970. En esa edición Watanabe realizó la diagramación de los poemarios ganadores.
Además, en esa sección se pueden hallar fotografías con poetas de la generación del 70 y los proyectos colectivos en los que participó. Allí se pueden apreciar los distintos matices en la mirada de Watanabe: la atención a la problemática social con la revista Yunta, al lado de Abelardo Sánchez León, José María Salcedo, entre otros; su participación en la diagramación y el humor en la revista Vaca sagrada, con Lorenzo Osores y Tilsa Tsushiya, con quienes además mantuvo una amistad entrañable. Asimismo, con José Li Ning, con quien coincidió en su breve paso por la Escuela de Bellas Artes de Trujillo. Esta parte finaliza con una sección lúdica donde se invita a los visitantes a crear narraciones a través de palabras seleccionados por José Watanabe en su artículo Consejos para incursionar en la narrativa.
En la misma sección se encuentra Cosas del cuerpo, un espacio de la exposición dedicado al tránsito entre la crisis personal y la creación. A partir de allí, el lenguaje y la escritura se revelan como un cuerpo orgánico, es decir, como ámbitos de constante transformación y reinvención. Podemos encontrar objetos como sus anteojos, que reflejan su mirada, así como su pluma, que es símbolo de las continuas correcciones. Asimismo, se muestran manuscritos en distintos soportes desde una bolsa del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) hasta hojas de diversos lugares. En esta zona se encuentra el poema El desierto, donde se puede ver claramente el trabajo de corrección a tal punto que termina llamándose La boca.
La última parte se denomina Amenaza de la muerte y erotismo, en ella se muestra el periodo de silencio del poeta debido a una enfermedad y su posterior recuperación con la publicación del poemario El huso de la palabra. En esta sección podemos encontrar una carta de sus colegas de la revista El idiota ilustrado, donde lo motivan a la recuperación, así como un dibujo de su hija Issa Watanabe, además, de una entrevista y documentos de su viaje a Alemania. Esta parte cierra con el poema “Orgasmo”, ahí se puede encontrar el cuadro original de la portada de su libro Historia natural, elaborado por el artista Eduardo Tokeshi, así como una manzana mordida elaborada de madera y tallada a mano por Watanabe.
En una zona de tránsito hacia su trabajo en el mundo audiovisual, se aborda la participación como guionista en la obra de teatro Antígona, del grupo Yuyachkani. Aquí se expone la silla utilizada por la actriz Teresa Ralli en la obra de teatro.
Del papel a la pantalla
Del papel a la pantalla dirige la atención hacia el papel de Watanabe como guionista, escenógrafo y director de arte. En esta sección se expone la novela La ciudad y los perros, escrita por Mario Vargas Llosa, y anotada por el poeta para la adaptación de la película del mismo nombre. Así como el guión original de esta con anotaciones y un manuscrito con reflexiones sobre esta adaptación.
También se puede apreciar fotografías y guiones originales de las películas Ojos de perro, Alias la gringa, Maruja en el infierno, y las escaletas de la cinta Reportaje a la muerte. Esta sección cierra con un detrás de cámara del programa infantil La casa de cartón producido en los años setenta por el INTE y donde trabajaba el poeta.
Como punto de enlace entre lo audiovisual y la literatura infantil se encuentra un espacio lúdico y de interacción, donde los usuarios pueden crear figuras de animales con las manos y las sombras.
Parábolas, enredos, melodías
La obra de Watanabe incluye también la historieta, la literatura infantil, el diseño gráfico y la artesanía. Parábolas, enredos, melodías recorre la producción de literatura infantil de Watanabe. Aparece una de sus primeras publicaciones infantiles Yo soy un pájaro, con textos y dibujos suyos. También algunas de las piezas originales de Andrés Nuez, perdido entre las frutas, y fotografías de la producción. De este modo, se observa su fascinación por lo artesanal, también por lo lúdico y el juego de identidades. Además, al finalizar esta zona se encuentra los primeros bocetos de la portada del disco Pez de fango dibujados de Watanabe. Así como una grabación de prueba del mismo disco que trabajó con el cantante Rafo Ráez.
En diálogo con esta sección el artista invitado Eduardo Tokeshi ha propuesto una instalación que evoca un bestiario de la poesía de Watanabe. El trabajo consta de seis figuras trabajadas sobre papel washi. Entre estas pinturas también hay tres cuentos infantiles que Watanabe trabajó en la década del 80: El camello no era así, El señor que pasaba con un pingüino; y El ciempiés que demora.
Horario de visitas:
Martes a domingo de 10:00 a.m. a 7:00 p.m., en la Sala de Exposición 1 de la Casa de la Literatura Peruana (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima). Ingreso libre. La muestra se podrá visitar hasta el domingo 18 de agosto de 2019.