Les presentamos una variada y poderosa antología de poesía escrita por mujeres que ahora son un importante referente en nuestra literatura. Conoce sus escritos en esta singular y práctica edición argentina de Eloísa Cartonera. La selección estuvo a cargo del poeta argentino Cristian De Nápoli.
Por Antonio Chumbile, Biblioteca Mario Vargas Llosa
Sonará algo cliché pero es verdad: el Perú es un país de poetas. Serán las agudas contradicciones, los climas, la historia o el simple azar, pero podemos afirmar que incluso en sus épocas menos ‘fértiles’ la poesía peruana siempre ha tenido buenos autores donde apoyarse y lucirse. Siempre habrá un grupo de poetas que mantenga vivo y vibrante el fuego. Incluso, nos atrevemos a afirmar que de cada década podría hacerse una notable antología en torno a un estilo temática particular. Tal es el caso de la antología Poetas peruanas contemporáneas, editada por Eloísa Cartonera, donde encontraremos una muestra intensa y variada de poemas escritos por mujeres que agitaron la escena literaria peruana entre los años 1981 y 2004. La selección de textos estuvo a cargo del poeta argentino Cristian De Nápoli.
La presente antología está ordenada cronológicamente según el año de publicación de los primeros poemarios de cada autora. El antologador ofrece mínimos comentarios según los cuales se percibe cierta división invisible entre las décadas de los 80 y los 90. Cabe destacar que varios de los poemas aquí reunidos aún eran inéditos durante el año de la publicación de esta antología (2004). Esto demuestra que hubo un seguimiento cercano a la producción literaria de cada autora.
La recopilación de textos inicia oportunamente con la poeta y narradora Carmen Ollé (Premio Casa de la literatura peruana, 2015) y el primer poema de Noches de adrenalina (1981). Como se sabe, este libro representa un aporte vital para el despegue de la poesía escrita por mujeres durante los años ochenta. La irrupción de su poesía sorprende por su forma, intensa y lúcida a la vez, para evidenciar las tensiones entre el cuerpo y la ciudad, lo íntimo y lo público. Sin recurrir excesivamente a la alabanza de la sexualidad, Carmen Ollé se enfrenta a la más concreta materialidad del cuerpo, desnudando sus tabúes y rompiendo los supuestos límites que guarda frente a la “alta” cultura, la política y las normas: “Dolencias al margen / nuestros intestinos fluyen y cambian del ser a la nada.” (p. 3). También se incluye un poema algo más ambiguo dedicado a Isabel Chimpu Ocllo, la madre del Inca Garcilaso de la Vega.
Luego nos encontramos con Rocío Silva Santisteban y los poemas que años más tarde integrarían la parte más personal del libro Las hijas del terror (2005). En los poemas antologados se interroga el papel de la mujer en la familia, la sociedad y la cultura, algo que también realiza Doris Moromisato desde sus propios conflictos, con algunas referencias al padre y a su identidad peruana de ascendencia japonesa. Sucede casi lo opuesto con los poemas de Mariela Dreyfus y en algunos de Rosella Di Paolo, en los cuales se celebra elegantemente el erotismo y el descubrimiento del goce en el cuerpo femenino. De éstas últimas se destacan los libros Memorias de Electra (1984) y Piel Alzada (1993), respectivamente. Hasta aquí encontramos a las poetas que empezaron a publicar en los ochenta.
A pesar de las diferencias de estilo y técnica, podemos reconocer tres fuertes vertientes en la poesía escrita por mujeres durante los años 80 y 90. A grosso modo, podemos señalar que, primero, se reclama y se cuestiona sobre la posición de la mujer en el espacio público (sociedad, historia, familia); en segundo lugar, se describe o se celebra el desarrollo de la intimidad femenina generalmente en espacios privados (amor, sexo, erostimo); y, por último, se cuestiona el ser, la vida o la poesía, es decir, temas filosóficos a los cuales se enfrentan (o deberían enfrentarse) todos los poetas alguna vez. Para un claro ejemplo de esto, sirven los poemas antologados de Montserrat Álvarez, poeta que abre la sección de los años noventa en el libro. En estas vertientes se pueden ubicar los poemas “A una vieja”, “Joven seminarista” y “Decadencia”(p. 25), respectivamente. Por supuesto, existen muchas otras aristas; la poesía es compleja y libre de tratar múltiples temas bajo todas las miradas. Solo resaltamos estas vertientes por su frecuente presencia en este libro.
Luego del singular y desinhibido libro Zona Dark (1991), Montserrat Álvarez empezó a radicar en Paraguay, por lo cual sus siguientes libros aún son poco conocidos en nuestro país. Su inclusión en esta antología es una buena sorpresa. Por otro lado, a diferencia de la mayoría, los poemas de Doris Bayly se reservan la inclusión de opiniones o juicios en sus versos y optan por ofrecernos escenas de la vida cotidiana que destacan por su limpieza y delicada expresividad. Los poemas de Violeta Barrientos y Elma Murrugarra transcurren por una línea similar con matices más urbanos y lúdicos, respectivamente. Roxana Crisólogo, por otro lado, apuesta por las experiencias y aventuras de viajes con un estilo más directo y vital, citando varias referencias de su entorno inmediato. Finalmente, a pesar de que por estos años aún no publicaba el desgarrador Ya nadie incendia el mundo (2005), Victoria Guerrero destaca por dos poemas seleccionados de El mar ese oscuro porvenir (2002), en los cuales se nota la búsqueda de un equilibrio entre el lenguaje imprecatorio y el metafórico, entre los problemas del amor corporal y la realidad.
En varios de los poemas incluidos en este libro podemos encontrar referencias y homenajes a las figuras de otras mujeres a las cuales todos podemos sumar nuestra admiración: Patti Smith, Virginia Woolf, Edith Södergran, Clarice Lispector, Lucha Reyes, entre otras. Todas parecen conformar un corpus de estrellas que comparten su brillo para que ninguna quede a oscuras. “Sus problemas son todavía los nuestros” parecen decirnos en conjunto los versos que les hacen referencia. Y, efectivamente, los poemas se enfrentan y hacen justicia a varios de esos problemas a los cuales todavía se enfrentan las mujeres.
Poetas peruanas contemporáneas (Eloísa cartonera, 2004) es un libro valioso para acercarse a las múltiples voces femeninas que agitaron las poesía de las décadas de los 80 y 90 y que aún continúan haciendo buena poesía. De hecho, faltó incluir algunas importantes poetas, tales como Rosina Valcárcel, por sus libros como Una mujer canta en medio del caos (1991) o Loca como las aves (1995); Magdalena Chocano, por su notable Estratagema en claroscuro (1987); y, por supuesto, Patricia Alba y su lacerante libro O un cuchillo esperándome (1988). Pero justamente debemos considerar que en un rango tan amplio de años (1981 – 2004) es posible que aún se queden algunas poetas por allí esperando nuevas lecturas. En vez de una selección definitiva, una antología puede ser asumida como una buena apertura para seguir buscando más poesía. En este sentido, el libro funciona muy bien. El resto depende del lector.
El libro cartonero Poetas peruanas contemporáneas forma parte de nuestra Colección Fondo especial y se encuentra disponible en la Biblioteca Mario Vargas Llosa de la Casa de la Literatura Peruana. Pueden consultar el texto gratuitamente de martes a domingo de 10:00 am. a 7:00 pm.