Los diversos rostros que tuvo la ciudad de Lima a lo largo de su historia los podemos encontrar también en nuestra literatura. Uno de los narradores que inauguró el realismo urbano y nos acercó más a estos cambios durante los años 50, fue Enrique Congrains con su libro Lima, hora cero. Te invitamos a conocer más este primer rostro provinciano de nuestra capital que ahora, cada vez más, es el rostro de todos.
Por Antonio Chumbile. Biblioteca Mario Vargas Llosa
A lo largo de toda su historia, la ciudad de Lima ha recibido variados apelativos: “Ciudad de los Reyes”, “Ciudad Jardín”, “Ciudad de los gallinazos”, “Lima la horrible”, entre otros. Por supuesto, cada uno de estos calificativos se han usado según la época histórica por la cual atravesaba nuestra capital. Siguiendo por este camino, podríamos afirmar que el apelativo que iría más acorde con el nuevo rostro que se ha ido forjando en nuestra ciudad durante las últimas décadas, sería el de “Lima provinciana” o “Lima de todas las sangres”. Y es que Lima, desde la década de 1940, dejó de ser solo un punto de tránsito para convertirse en el destino y hogar de miles de peruanos provenientes de las diversas provincias andinas, aymaras y amazónicas de nuestro país. Sin embargo, los trazos de este nuevo rostro de la ciudad no han sido -ni son- nada fáciles.
La ola de migraciones a la capital inició en la década de 1940, se intensificó durante los años 50 y se consolidó en las décadas posteriores. Como muchas veces suele pasar, el arte se adelantó a las ciencias para dar cuenta de estos hechos. Apareció un joven escritor que se interesó y conoció de cerca esta nueva realidad, escribió impulsivamente un puñado de relatos y asumió la tarea de autoeditarse y publicitar su primer libro de puerta en puerta para llegar a más lectores. Este joven fue Enrique Congrains Martin. El libro se titula Lima, hora cero. Era el año de 1954.
La edición más difundida de Lima, hora cero la llevó a cabo Populibros, bajo la dirección de Manuel Scorza. Para la mayoría de críticos, estos relatos inauguran potentemente el realismo urbano en la narrativa peruana. Ciertamente, Congrains hace uso de una prosa intensa que busca dar cuenta las primeras olas de migrantes provincianos desde diversos ángulos. Por ejemplo, en el primer relato que da título al libro se relata de forma épica (aunque con un final trágico) la movilización de todo un asentamiento humano para tratar de mantenerse en unos terrenos periféricos de la Victoria. Por otro lado, en “Los Palomino” (p. 28) la voz narrativa se torna más íntima y psicológica para adentrarse en las peripecias de la familia Palomino, la cual busca sobrevivir en una ciudad que los margina por su clase social. Similar técnica se utiliza en el relato polifónico de “Cuatro pisos, mil esperanzas” (p. 86) solo que esta vez se ahonda en los conflictos y limitaciones de la emergente clase media provincia de Lima. Finalmente, “El niño de junto al cielo” (p. 71), el relato más celebrado y difundido del libro, se enfoca en la perspectiva de un solo niño que, recién llegado a Lima, es víctima de los engaños de otro niño que sufre los mismos problemas económicos. Ni la infancia se salva en esta ciudad que es vista como la “bestia de un millón de cabezas”.
La versatilidad de la voz narrativa de Congrains le permite contar sus historias desde la voz un personaje o de una multitud. Incluso, a ratos, aparecen varias voces anónimas que complementan el retrato de los dramas que atraviesa cada ciudadano. Mediante esta técnica, el lector reconocerá diversas profesiones (desde taxistas, basureros, oficinistas, canillitas, carpinteros y artesanos hasta gerentes, doctores e ingenieros), diversas zonas de la capital (La Victoria, el Rímac, Barrios Altos, El Agustino, San Isidro, cerro San Cosme y cerro San Cristóbal) y todas clases sociales encontrándose y, muchas veces, despreciándose entre sí. Hay que decirlo: la Lima que nos presenta Congrains es caótica, insensible y diariamente injusta. Si nos adentramos en el contexto en que se publicó Lima, hora cero, notaremos que hacer visibles estos conflictos sociales urbanos era una tarea muy urgente. La lectura de estos relatos incluso nos tienta a afirmar que, así como González Prada llamó la atención sobre cierta “trinidad” que oprimía al indio mediante el juez, el gobernador y el cura, los primeros migrantes provincianos de la capital tuvieron que soportar constantemente la marginación de parte de la policía, el abogado y la clase alta limeña. Tal vez, por este motivo, el narrador no duda en rozar el patetismo al exhibir el sufrimiento de sus personajes. Muchas veces, evidenciar el dolor y la impotencia de una clase social es el primer paso necesario para que otros escritores posteriormente profundicen más en su sensibilidad y trayectoria. El primer paso para enfrentarse a una nueva realidad desde la literatura suele ser el más difícil y accidentado: Congrains logró hacerlo con este libro.
A pesar de que ya han pasado más de cincuenta años desde su publicación, Lima, hora cero tiene mucho qué decirnos. Nuestra ciudad continúa creciendo vertical y horizontalmente. Sorprende mucho que el primer y el último relato del libro traten directamente estas dos formas de crecimiento, respectivamente. Sorprende más que los conflictos expuestos aún se reproduzcan hasta el día de hoy: “Demonios, si la ciudad quiere crecer, que crezca, pero hacia otro lado. ¿Por qué precisamente por el lugar en que estamos nosotros? (…) Quieren hacer progresar al Perú a costa de que nosotros nos hundamos. ¡Progreso, progreso, pero ellos son los únicos que progresan!” (p. 22) afirma, exaltado, uno de los personajes. Ahora que recientemente se ha comprobado que gran parte de la pobreza en el Perú es urbana, depende de todos nosotros que frases como ésta no se repitan hasta el punto de formar parte de nuestra vida cotidiana. Leer estos cuentos de Congrains y a los narradores que lo siguieron por esta línea, será de gran ayuda para que nos abramos cada vez más a ser los ciudadanos que apuesten por una “Lima de Todas las sangres”.
El libro de cuentos, Lima hora cero, de Enrique Congrains Martín, forma parte de nuestro Fondo Especial en la recientemente inaugurada Sala de Investigadores de la Biblioteca Mario Vargas Llosa en la Casa de la Literatura Peruana. Pueden consultar el texto gratuitamente de martes a domingo de 10:00 am. a 7:00 pm.