Este viernes 31 de agosto se cumplen 89 años del natalicio de uno de los más grandes cuentistas latinoamericanos del siglo XX: Julio Ramón Ribeyro (1929 – 1994). Te invitamos a conocer su faceta como ensayista y crítico literario en el estupendo libro La caza sutil y otros textos (Ediciones Universidad Diego Portales, 2012).
Por Antonio Chumbile, Biblioteca Mario Vargas Llosa
En una de sus más conocidas frases, George Steiner decía que la crítica literaria debe surgir de una deuda de amor. Así podría describirse el origen de los ensayos que Julio Ramón Ribeyro publicó por primera vez en 1976 en su libro La caza sutil. Este elegante título hace referencia a un metafórico paseo que hace el escritor limeño por la literatura cazando discretamente algún que otro libro o autor que le conmovieron o llamaron su atención en el camino.
La presente reedición, La caza sutil y otros textos (Ediciones Universidad Diego Portales, 2012), revela la poco conocida faceta de Julio Ramón Ribeyro como lector y crítico literario reuniendo textos escritos entre 1953 y 1975. Haciendo uso de un estilo claro y ameno, el autor de La palabra del mudo nos hace un recorrido a través de los libros que han marcado su vida así como también por los temas literarios que han guiado su escritura. Así, encontramos que los temas más recurrentes giran en torno a la literatura peruana, literatura francesa, los diarios y el tema de la novela. Cada tópico suele tratarse siguiendo un riguroso orden en el cual se parte de de lo general a lo específico. Un buen ejemplo lo encontramos en los textos dedicados a los diarios, sobre los cuales Ribeyro considera necesario reunir algunas características y luego algunas definiciones tomando como modelos a los mejores diaristas del mundo. De esta manera, el lector podrá enterarse de las lecturas predilectas de Julio Ramón Ribeyro, como por ejemplo el Diario íntimo de Henri-Frédéric Amiel, libro que marcará su visión y sus pautas sobre lo que podría considerarse un buen diario (p. 30). Sin embargo, también le dedica algunas páginas para comentar los pocos diaristas peruanos que existían en ese entonces: José García Calderón y José Jochamowitz (p. 126). Ciertamente, estos textos son de gran valor para analizar las pautas estéticas bajo las cuales Ribeyro escribió La tentación del fracaso, su monumental contribución a este singular género literario.
Ribeyro también gustaba mucho de reflexionar sobre la novela y su situación en occidente. Los ensayos “Problemas del novelista actual”, “Alternativas del novelista” o “Lima, ciudad sin novela” así lo confirman. Este último ensayo, sobre todo, es de gran importancia para rastrear el estado de la narrativa peruana en la capital durante los años cincuenta. No sería descabellado pensar que sus reflexiones contribuyeron en la formación de la gran ola de novelistas que vendrían años después, tales como Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce Echenique, Oswaldo Reynoso o Miguel Gutiérrez. Además, el lector se encontrará con las breves pero frecuentes dosis de humor que Ribeyro suele dejar en sus escritos, como cuando describe el río de nuestra ciudad: “hasta tenemos un río (un río, no hay que olvidarlo, ha dado origen a más de una civilización) que, si no tan legendario o célebre como el Sena, el Támesis o el Tíber, por lo menos cumple directamente sus funciones: corre, pasa bajo los puentes, arrastra desechos (de vez en cuando algún cristiano) y aísla a un sector de la ciudad topográfica y socialmente.” (p. 33).
Además de las opiniones y juicios de Julio Ramón Ribeyro, La caza sutil y otros textos también nos revela sus gustos y obsesiones literarias. Es muy notorio su amplio conocimiento y aprecio por la literatura francesa. Balzac, Maupassant, Flaubert, Stendhal, Marqués de Sade, Víctor Hugo e incluso Francoise Sagan, son autores que constantemente aparecen en distintos ensayos y sirven de referente para ejemplificar sus ideas. Por si fuera poco, se incluye un sabroso texto sobre “Peruanos en París” (p. 59) donde su ironía llega al máximo para describir las clases de turistas peruanos que lucen y deslucen la capital de Francia. Por supuesto, esto no implica que su olfato de lector no haya estado atento a la literatura latinoamericana. De hecho, podríamos señalar que entre los textos más logrados se encuentran los dedicados a los libros de Gabriel García Márquez (p. 153) y José María Arguedas (págs. 76 y 94). Sobre este último, sorprende la sensibilidad de Julio Ramón Ribeyro para reconocer y explicar muy bien los motivos estéticos y culturales que impulsaron al autor de Los ríos profundos.
Muchas veces ocurre que encasillamos a un autor dentro del género en el cual más resaltó y prestamos menor atención al resto de su producción literaria. Julio Ramón Ribeyro ya tiene un lugar asegurado en nuestra historia como narrador, sin embargo, no está demás seguir leyendo y apreciando su trayectoria como dramaturgo, diarista y ensayista, géneros a los cuales también dedicó gran pasión durante la mayor parte de su vida.
El libro La caza sutil y otros textos de Julio Ramón Ribeyro forma parte de nuestra Colección de Literatura Peruana y se encuentra disponible en la Biblioteca Mario Vargas Llosa de la Casa de la Literatura Peruana. Pueden consultar el texto gratuitamente de martes a domingo de 10:00 am. a 7:00 pm.