Como parte de nuestras celebraciones por el mes de las bibliotecas, les recomendamos la lectura de un hermoso libro: Joyas de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP, 2009). Te invitamos a conocer los tesoros bibliográficos más valiosos que posee nuestra Biblioteca Nacional.
Por Antonio Chumbile. Biblioteca Mario Vargas Llosa
Joyas de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP, 2009) es un libro muy completo que va mucho más allá de ser un catálogo de tesoros bibliográficos. Bajo la edición general del historiador Hugo Neira, el presente volumen reúne varios ensayos sobre la trayectoria del libro, la imprenta y las bibliotecas en el Perú durante los siglos XVI y XIX. Entre los destacados autores que aquí se reúnen podemos encontrar a Raúl Porras Barrenechea, Pablo Macera, Serge Gruzinski, Mauricio Novoa, entre otros. Junto a varias semblanzas, fotografías, catálogos, datos históricos e información sobre sus servicios, esta publicación rinde un homenaje muy importante y emotivo a nuestra Biblioteca Nacional y a la presencia del libro país.
A diferencia de muchos libros institucionales, varios de los textos reunidos en este libro están escritos en un tono ameno y cercano al lector. Esto no impide que los ensayos estén muy bien documentados y brinden valiosa información. Por el contrario, el lenguaje directo evidencia mejor todo el trabajo de investigación que hubo previamente. Por ejemplo, Hugo Neira, siendo director de la Biblioteca Nacional en aquellos años, no duda en expresar sus opiniones: “estamos haciendo algo que no es inmenso pero es ejemplar. Editar libros que lleven a la lectura de otros libros. Así de enorme y sencillo. Cuesta tiempo, cuesta dinero, cuesta trabajo, pero más va a costar que el absolutismo de los que no han leído llegue algún día al poder.” (BNP: 2009, p. 11). Efectivamente, los ensayos han sido escogidos con tal cuidado que logran exponer sus conclusiones más específicas, pero a la vez nos comparten imágenes de una amplia bibliografía que nos motiva a seguir viajando de libro en libro.
En este formato, un texto ejemplar es el de Raúl Porras Barrenechea. Haciendo uso de un tono algo irónico, nos transporta a la vida y obra de don Antonio León de Pinelo (1596-1660), quien fue “ante todo y sobre todo, un bibliófilo, un coleccionista, un recopilador incansable” (p. 95) que postulaba que el Paraíso de los cristianos se encontraba en el Nuevo Mundo, específicamente en el Perú. En su ambiciosa obra “El paraíso en el nuevo mundo” (1650) se encarga de reunir una inmensa cantidad de datos bíblicos, históricos, geográficos, mitológicos y hasta botánicos para demostrar, por ejemplo, que el Arca de Noé habría salido de los Andes peruanos y que la espada de fuego del Arcángel San Gabriel (guardián del Edén) en realidad se trataría de la cadena de volcanes que atraviesa Sudamérica. Porras Barrenechea manifiesta varias veces su admiración por el gran trabajo de recopilación de libros, mapas y apuntes de su época. La obra de León de Pinelo prácticamente nos ofrece todo el panorama intelectual de su siglo. Es muy destacable que los editores de Joyas de la Biblioteca Nacional del Perú han aprovechado el recorrido de este ensayo para compartir varias portadas de los más antiguos y rarísimos libros que se citan. De este modo, el ensayo nos presenta a León de Pinelo pero a la vez nos motiva a visitar la Biblioteca Nacional para emular su pasión libresca.
Por supuesto, el presente libro también rastrea ordenadamente la historia bibliográfica de nuestro país. Por ejemplo, en el ensayo “Libros e impresores en el virreinato”, Irma López de Castilla, especialista en bibliotecología, nos brinda un completo repaso por los primeros libros que se imprimieron en nuestro territorio. A pesar de que Agustín de Zárate abrió la primera librería en el Perú en 1540, sería recién en 1584 cuando aparece el primer libro impreso en el Perú y en Sudamérica. Luego del folleto La pragmática sobre los diez días del año, el italiano Antonio Ricardo elaboró este primer libro bajo el amparo de los jesuitas: Doctrina Cristiana y Catecismo para instrucción de los indios, disponible en la Biblioteca Nacional. Más adelante, llegarían varias naves trayendo los primeros ejemplares de El Quijote y muchos otros libros con las más actualizadas investigaciones de Europa. Lima tendría no solo un amplio tráfico de minerales o especias, sino también de libros de medicina, geografía, derecho y literatura.
Respecto a los primeros libros que llegan al Perú, cabe preguntarse: ¿cómo se formaron las primeras bibliotecas peruanas? La notable investigación de Pablo Macera nos da luces al respecto. En el ensayo “Bibliotecas peruanas del siglo XVIII” nos enteramos de cómo el libro paso de ser un material de lujo poco común a ser una necesidad constante dentro de algunos grupos aristocráticos. Así, varios intelectuales y científicos irían forjando amplias bibliotecas personales. En algunas tiendas se llegaría a vender libros junto a los abarrotes, herramientas y utensilios. De hecho, Lima se convertiría en el principal intermediario para aquellos que solicitaban libros en La Paz, Quito y Santiago (p. 119).
En este contexto, el Colegio Máximo de San Pablo habría albergado la mejor biblioteca sudamericana del siglo XVIII, la cual contaba con más de 40 mil ejemplares. Aquí se podían encontrar los últimos avances en medicina o los nuevos mapamundis de la época (p. 37). Sin embargo, aclara Macera, este amplio acceso a los libros no fue siempre aprovechada por las autoridades del virreinato. Así, don Agustín Jáuregui, “que como virrey del Perú cobraba más de sesenta mil pesos anuales”, no llegó a comprar en Lima más que 159 libros. O el vizcaíno coronel del ejército, don Miguel de Belaúnde y Ovaldía, “en toda su vida no compró más de cuatro libros…” (p. 121). Serían los juristas, médicos y hombres de letras quienes más habrían agilizado el comercio bibliográfico. Por otro lado, estaba prohibido que indios, mestizos o negros adquirieran libros por su cuenta, a pesar de que varios ya supieran leer. De este modo, el acceso a los libros también habría sido afectado por la explotación y segregación que trajo el virreinato.
Los ensayos contenidos en este libro han sido aprovechados perfectamente por la Biblioteca Nacional para exhibir sus joyas bibliográficas en cada página. Esta dinámica relación entre imagen y texto es manifestada explícitamente en el más amplio ensayo del libro: “El XVI, en el asombro del mundo” de Hugo Neira. El lector se encontrará con una visión profunda y panorámica sobre esos agitados años de “descubrimientos”. Bajo lecturas actuales, se describe este siglo como “el primer siglo de la globalización” (p. 138) donde no solo España, sino casi toda Europa (el “Orbe Ibérico”) aspiraban a una dominación mundial. Así lo evidencian los decretos, libros y más de 450 mil viajes navales que se realizaron entre los años 1500 y 1650. El historiador nos invita a recorrer la gran cantidad de ilustraciones y grabados que salvaguarda nuestra Biblioteca Nacional para conocer mejor el pensamiento local y global de aquella época (p.160).
Finalmente, el presente libro hace un emotivo repaso por cada uno de los ilustres directores que ha tenido la Biblioteca Nacional del Perú. Siguiendo el dictamen de José de San Martín, Mariano José de Arce es el primero en asumir el cargo de director de la biblioteca en 1822, reuniendo alrededor de 100 mil volúmenes de las antiguas bibliotecas de los jesuitas, el Colegio San Pablo, la Universidad de San Marcos y varias donaciones. A partir de entonces, la Biblioteca Nacional pasaría por diversos problemas y retos que varios peruanos ilustres asumirían con mucha entrega: Ricardo Palma, Manuel González Prada, Alejandro Deustua, Jorge Basadre, Estuardo Núñez, Franklin Pease G., Juan Mejía Baca, entre otros.
El libro Joyas de la Biblioteca Nacional del Perú forma parte de nuestra Colección Interdisciplinaria en la Biblioteca Mario Vargas Llosa de la Casa de la Literatura Peruana y la pueden consultar gratuitamente de martes a domingo de 10:00 am. a 7:00 pm.