Este 22 de agosto se cumplen 98 años del nacimiento de uno de los más importantes escritores de ciencia ficción: Ray Bradbury (1920 – 2002). Les invitamos a conocer el futuro apocalíptico que nos propone su más celebrada novela: Fahrenheit 451 (Debolsillo, 2012).
Por Antonio Chumbile, Biblioteca Mario Vargas Llosa
Existen muchas teorías y propuestas sobre cuál podría ser el futuro de los libros. Algunos apuestan por su conservación material y otros por su transformación en formatos virtuales que dejen atrás el uso del papel. La polémica continúa y varias predicciones son posibles. Sin embargo, quizá el más inquietante futuro que se haya imaginado para los libros lo podemos encontrar precisamente en un texto: Fahrenheit 451 (Debolsillo, 2012), la célebre novela de ciencia ficción de Ray Bradbury (1920 – 2002). A veces el arte supera la realidad.
Publicada por primera vez en 1953, Fahrenheit 451 nos traslada a un futuro -relativamente- lejano donde la lectura y la posesión de libros se encuentra prohibido por el estado y la sociedad estadounidense. Considerados como fuentes de confusión, cuestionamientos y desorden, los libros son diariamente rastreados y quemados por un moderno equipo de “bomberos” que buscan restringir el libre conocimiento a los ciudadanos. De aquí proviene el título de la obra, ya que justamente son 451 grados en la escala de temperatura de Fahrenheit (F°) los que se necesitan para hacer arder el papel. Entre estos bomberos se impone como protagonista Guy Montag, un hombre que a raíz de una serie de hechos inesperados pondrá en cuestionamiento estas prácticas y terminará defendiendo con su propia vida el antiguo poder de los libros. A través de éste y otros personajes memorables, la novela de Bradbury nos representa en primer plano los conflictos, las rutinas y los enorme vacíos que afectarán a los hombres del futuro.
Enmarcada dentro de la línea de las novelas distópicas, Fahrenheit 451 nos retrata una ciudad donde los bomberos causan incendios, las familias son reemplazadas por audios interactivos, el único arte existente es el abstracto y la historia ha sido tergiversada a tal punto que la gran mayoría piensa que todo pasado fue peor. Así como ocurre con otros clásicos del género, tales como Un mundo feliz de Aldous Huxley o 1984 de George Orwell, aquí la gran mayoría de ciudadanos se encuentra fuertemente condicionada para seguir las órdenes de un estado totalitario donde la vigilancia, la educación y la violencia son las principales herramientas de dominación. En Fahrenheit 451, la gente adora los deportes al mismo tiempo que teme y desprecia los libros, considerándolos como los principales culpables de los conflictos y tragedias que marcaron el pasado de la humanidad. Esta postura es explicada y defendida hábilmente por Beatty, el capitán de los bomberos que atormentará y perseguirá a Montag durante las escenas más tensas de la novela. Por ejemplo, le comenta que la igualdad total entre los hombres solo es posible si evitamos que unos desarrollen sus conocimientos o su inteligencia más que otros. Sin libros, señala, “todos son felices, porque no pueden establecerse diferencias ni comparaciones desfavorables. ¡Ea! Un libro es un arma cargada en la casa de al lado. Quémalo.” (p. 68). Muchos amantes de la lectura de seguro se sentirán directamente afectados por esta nueva realidad que propone la novela de Bradbury con singular verosimilitud. Les aseguramos que la historia de la novela guarda muchos giros inesperados e incluso fuertes momentos de adrenalina donde se pone en juego el futuro del conocimiento y la libertad humana.
La novela se encuentra escrita en un lenguaje que por momentos recurre a ciertas imágenes poéticas que hacen más disfrutable el ritmo de la narración. El lector se sorprenderá por encontrar estos guiños en escenas crudas como la quema de libros: “Los hombres, desde arriba, arrojaban al aire polvoriento montones de revistas que caían como pájaros asesinados, y la mujer permanecía abajo, como una niña, entre los cadáveres.” (p. 47). O también: “las huellas de petróleo formaban un rastro semejante al de un caracol maligno.” (p. 49). Ray Bradbury usa el narrador omnisciente pero focaliza su narración desde los ojos de Montag para que los lectores lo acompañemos siempre de cerca, primero en sus conflictos y luego en su trepidante odisea por salvar su vida y la de los libros.
En algunas entrevistas, Bradbury comentó que esta novela, más que una predicción, contiene una advertencia. Ciertamente, ésta es una de las mejores formas de leer las novelas distópicas, no tanto para evitar los hechos que puedan predecir o no, sino para cuestionar las ideas y prácticas que realizamos en nuestro presente y que pueden estar acercándonos a la decadencia. Les aseguramos a los lectores que el hermoso e inquietante final de esta novela les generará muchas preguntas, respuestas y, quizá, mejores compromisos con el futuro. Esto sucede cuando la ciencia ficción va más allá de solo imaginar nuevos avances tecnológicos y más bien utiliza éstos para escarbar y profundizar en los laberintos de la conciencia humana.
El libro Fahrenheit 451 de Ray Bradbury forma parte de nuestra Colección de Literatura Universal y se encuentra disponible en la Biblioteca Mario Vargas Llosa de la Casa de la Literatura Peruana. Pueden consultar el texto gratuitamente de martes a domingo de 10:00 am. a 7:00 pm.