Compartimos esta entrevista realizada en el año 1974 al escritor Luis Urteaga Cabrera, quien este 20 de abril recibirá el Premio Casa de la Literatura Peruana 2017. En esta charla con la investigadora Sara Beatriz Guardia, para el periódico Estampa, el autor de Los hijos del orden expresa sus puntos de vista sobre la obra literaria y el impacto que debe tener esta en la sociedad.
Por Sara Beatriz Guardia
Luis Urteaga Cabrera tiene 34 años. Escribió en 1969 una novela, que nos dio acceso a la sórdida realidad de un reformatorio para muchachos. Le puso por nombre Los hijos del Orden y ganó con ella el concurso “Primera Plana Sudamericana” de novela, realizada en Buenos Aires. En el jurado se encontraban personalidades literarias como Juan Carlos Onetti y Severo Sarduy.
A pesar de esto, la novela no pudo ser editada porque la censura argentina la prohibió. Posteriormente y a través de gestiones de Mario Vargas Llosa, fue presentada a Planeta y Seix Barral, pero también la censura española prohibió su publicación.
Finalmente, Los hijos del Orden ganó en 1973, el premio del Concurso Arguedas que determinó que sea conocida en nuestro medio.
Para muchos esto hubiera sido suficiente, pero Luis Urteaga escribió Danza de las ataduras con lo que acaba de ganar el concurso de teatro organizado por Telecentro.
Cuando fuimos a conversar con Luis Urteaga encontramos con él a Ernesto Velaochaga, ganador del segundo premio de Telecentro, con la obra Fábula de la colección de estampillas.
CON LUIS URTEAGA C.
—S.B.G. ¿Cuál es la concepción que tú tienes sobre la función social del escritor?
—Luis Urteaga.— El esclarecimiento de los valores que norman la conducta de los individuos y las relaciones entre ellos, que son oscurecidas por los intereses de las clases que detentan el poder político y económico. Esos valores se traducen en una estructura de convicciones y estas creencias se evidencia a través de una conducta política.
S.B.G.— ¿Crees que tu concepción sobre la función social del escritor se da en tu novela Los hijos del Orden?
L.U.C.— Ese es mi cometido, mi gran propósito, mi ambición, si lo logro o no, no seré yo quien lo diga. La creación finalmente no se cumple sin los dos polos que son: el creador y el lector, así que sería el lector quien debería responder esa pregunta. Sería bueno que existiera alguna manera, una modalidad, un camino para investigar si efectivamente los propósitos de un escritor se cumplen o no.
S.B.G.— ¿Cómo consideras que se da el mensaje en tu novela?
L.U.C.— Eso es algo complicado, indudablemente que he tenido en cuenta al lector al cual me dirijo, pero, también he tenido en cuenta al sector que represento. Ahora bien, como el sector que yo manejo en la novela es tan complicado por sus mismas características antropológicas, sociales, culturales y hasta lingüísticas, el común de los lectores a los que me dirijo quizá no está en condiciones de captarlo.
¿POR QUÉ EL TEATRO?
S.B.G.— ¿Por qué has escogido ahora el teatro?
L.U.C.— Escogí el teatro porque en algún momento me dije que no era la novela el vehículo capaz o apropiado para llegar a las grandes mayorías, en primer lugar, por su poca capacidad de adquisición de los bienes culturales que son los libros. La novela no está al alcance del espectador de un cine o del sujeto que ve televisión y que no tiene que hacer un gasto adicional, y por otro lado porque el libro es un vehículo pasivo, con el cual se puede cumplir el cometido a largo plazo y siempre que la producción sea sistemática, lo que no ocurre con el cine con la televisión donde la imagen tiene privilegio sobre el lenguaje oral y escrito porque instiga y fustiga más directamente en la inteligencia.
“Pienso como Lucho —interrumpe Ernesto Velaochaga— porque ahora es el momento que la literatura de compromiso se transmita a través de los medios de comunicación masiva.
—S.B.G.— ¿En la literatura de compromiso no está incluida la novela?
—ERNESTO VELAOCHAGA. — La novela no ha sido literatura de la burguesía. Estamos en una época en que si los escritores comprometidos pudieran llegar a los medios de comunicación masiva, el trabajo intelectual tendría una repercusión muy grande.
—LUIS URTEAGA. — Eso no quiere decir que se descalifique a la novela como instrumento social, sólo que no es el momento, éste llegará cuando la política editorial sea otra, cuando responda a una estructura verdaderamente democrática como en los países socialistas, donde al poblador común no le cuesta gran dificultad adquirir un libro, porque está alcance de su bolsillo. En cambio en nuestro medio tiene que gastar un promedio de 200 soles; algo que evidentemente no podría hacerlo si gana 200 soles diarios.
S.B.G.— ¿O sea que tu concepción sobre la función del escritor se da más en el campo del teatro que en la novela?
L.U.C.— Sí, porque las grandes mayorías tienen más fácilmente acceso al teatro, o la televisión, claro que esto también es un problema porque aquí las grandes mayorías están en el campo donde no llega la televisión ni el teatro.
EL ESCRITOR Y EL PÚBLICO
S.B.G.— ¿No crees que existe una distancia que separa al escritor del público?
L.U.C.— De ninguna manera. El escritor asume una tarea que la puede asumir cualquier individuo que tenga el espíritu crítico, claro que estoy hablando de un público crítico, al menos todos tendemos o que el ser humano se vuelva crítico. Lo que yo sé de ese mundo perfectamente lo puede saber cualquiera si se interesa por ese mundo. Y precisamente por la poca posibilidad que tiene el hombre común de ingresar a esos mundo terribles de nuestra realidad es que el escritor tiene la obligación histórica de develar esos mundos.
CONTRA LA ENAJENACIÓN DEL HOMBRE
S.B.G.— ¿Cuál es el tema central de “Danza de las ataduras”?
L.U.C.— La liberación
S.B.G.— El tema de tu novela, me parece que también es la liberación, ¿tiene esto alguna relación con una experiencia vital tuya?
L.U.C.— Sí tiene que ver, porque tus experiencias son las mías. Trato de hacer mías las experiencias de toda la gente, especialmente de las grandes mayorías.
S.B.G.— ¿Cómo planteas la liberación en tu obra de teatro?
L.U.C.— El trabajo del creador, en el terreno de la literatura y del arte, no está en función de decir cómo hay que liberarse, solamente está en descubrir los mecanismos que mantienen enajenado al hombre, que éste tome conciencia del mecanismo; la opción que tome él ya será de otra índole política, no literaria. Yo digo en qué condición de enajenación se vive; descubro esa enajenación.
S.B.G.— ¿Te consideras un escritor leído por las grandes mayorías?
L.U.C.— No, indudablemente que no.
S.B.G.— ¿Por qué?
L.U.C.— Creo que por un problema de índole económico y de índole cultural. Considero que la tarea literaria, la tarea creativa no es una tarea específica, sino que es una tarea vinculada a los grandes problemas de la sociedad. Un escritor se revela en la acción ideológica a través del arte o en la acción política.
S.B.G.— Efectivamente. ¿No crees que Mariátegui fue leído por las grandes mayorías en su época porque no solamente escribió sino que tuvo actuación política? Cuando escribe no lo hace en base a lo que ha leído aprendido.
L.U.C.— Sí, ha aprendido.
S.B.G.— ¿Ha aprendido en la teoría pero también en la práctica?
L.U.C.— Que es también aprendizaje teórico.
S.B.G.— De lo cual deducimos que la función social del escritor no está solamente traducida en el hecho de tomar una opción ideológica sino ésta debe estar traducida en un accionar político.
L.U.C.— Correcto pero no plantees eso solamente para los escritores, plantéale eso también a todos, por ejemplo tu función social no termina cuando acabas una nota periodística, va más allá.
S.B.G.— Por supuesto que eso compete a todos.
L.U.C.— Se hace trabajo ideológico en un periódico y no vas a decirme que no ¿de qué manera lo haces tú?, ¿teórico? A ver, vamos hablar sobre eso.
S.B.G.— Primero quiero saber qué entiendes tú por trabajo teórico en un periódico.
L.U.C.— El periódico es un instrumento social.
S.B.G.— Además aquí la que entrevista soy yo.
L.U.C.— Protesto por la arbitrariedad del periodista.
S.B.G.— También eres tú arbitrario cuando escribes, puedes invalidar una página, crear personajes, inventarles amores o destruirlos, cada uno en lo suyo. Bueno, preguntamos a Ernesto: ¿cuál es el tema de tu obra de teatro?
E.V.— El intento fallido de liberación planteado a nivel simbólico.
L.U.C.— Porque he leído la obra, te puedo decir que la liberación que él plantea es a nivel ideológico, porque cuestiona los valores que norman la conducta que determinan esa conducta económica y política.
S.B.G.— ¿Existe alguna forma de diferencia ideológica entre tu novela y esta obra de teatro?
L.U.C.— Creo que uno se está definiendo ideológicamente. Ya pienso haber sido una novela un poco pesimista, porque entendía el planteamiento como un sistema de choque contra el lector. Ahora tal vez estoy más optimista, he incorporado nuevos elementos, mi creación me ha apartado un poco de la posición casi trágica y te digo tal vez porque esto finalmente es condicionado. He introducido elementos utilizables para cumplir con el cometido que me propongo. Entonces tal vez vas a encontrar una contradicción a desfase, primeramente un planteamiento pesimista y ahora un planteamiento optimista. Yo no sé cuál de los dos será el más válido y tal vez no lo sepa nunca, serán los lectores quienes dirán cómo cumple mejor el cometido.
S.B.G.— A propósito, ¿qué piensas de los intelectuales?
L.U.C.— Pregúntame concretamente sobre alguien para ver qué pienso de él.
S.B.G.— Concretamente de ti.
L.U.C.— Pienso que no hago todo lo que debo hacer.
S.B.G.— ¿A qué narrador peruano prefieres?
L.U.C.— A Juan Morillo
S.B.G.— Sintetizando: las obras son las que hablan por el escritor.
L.U.C.— Sí y también por un revolucionario. Finalmente las obras hablan por los hombres.
-¿Quién es Luis Urteaga Cabrera?
-Luis Urteaga Cabrera, Premio Casa de la Literatura Peruana 2017