Entre notas musicales, historias emotivas, soundtracks de películas y canciones del recuerdo se desarrolló la última mesa redonda del Congreso Solitarios son los actos del poeta: Homenaje a Luis Hernández organizado por la Casa de la Literatura Peruana. Amigos del poeta de la calle 6 de Agosto lo recordaron como un ser musical.
“Luis Hernández tuvo un universo de músicos que poblaron su mundo, su poesía, sus cuadernos. (…) Tenía un amor por la música culta o popular (…) El título de una canción que le gustaba ya sea en español, inglés, francés o alemán era inmediatamente incorporado a un poema. Esa es la coherencia ‘hernandiana’: si es importante en tu vida, si es parte de tu mundo cotidiano, de tu mundo interior, debe ser parte de tu obra”, inició la mesa Herman Schwarz, curador de la exposición El sol lila. Constelaciones poéticas de Luis Hernández.
MÚSICA Y CINE
Iván Larco, uno de los grandes amigos del poeta de la generación del 60, dio alcances de la música que le gustaba a Luis Hernández. “Su primer amor fue la música clásica con Mozart, Beethoven, el romanticismo de Brahms, Bruckner, Mahler”, acota. “El Concierto para piano y orquesta Nº 1 de Sergei Prokofiev era el último concierto romántico para él”, precisa.
Iván Larco mencionó a grandes compositores del universo de Luis Hernández como son Charles Ives, Cowell, Copland, Barber, Britten, Finzi, John Williams, Walton, Satie, Debussy, Ravel, de Falla, los cinco rusos de la época de oro de Rusia, etc. “Poblaron su mente, poesía, y vivieron con él de una forma u otra”, explicó.
Luis Hernández tuvo una intensa relación con la música y el cine, que fue destacada por Iván Larco, quien mencionó una gran variedad de títulos que compartió y disfrutó con el poeta.
Entre las cintas están Alexander Nevsky con música de Sergei Prokofiev; El hombre que cayó a la Tierra con música de John Phillips; Performance con música de Jack Nitzsche; Jasón y los argonautas con música de Bernard Herrmann; Muerte en Venecia con música de Gustav Mahler; Submarino amarillo con música los Beatles; Satiricón de Fellini. “Una película clave en la relación de Lucho con la música de cine”, explica.
Luego recordó algunos temas específicos que le gustaban a Luis Hernández en las películas como Moon river compuesta por Henry Mancini para Desayuno con diamantes; el tema Born To Be Wild de Steppenwolf de la cinta Easy Rider; Midnight Cowboy con el tema Everybody’s talkin; en Candilejas, que tenía música de Charles Chaplin, le gustaba la canción Limeligh; en 2001: Una odisea del espacio, que tiene música de Johann Strauss, le gustó el tema Así habló Zaratustra.
Del cine ruso clásico le gustaba El lago de los cisnes, el ballet completo que era de Tchaikovsky, donde Maya Plisétskaya era la bailarina principal con Fadeyechev. “Era una cosa alucinante. No sé cuántas veces vimos esa película”, sentenció.
AMISTAD Y MÚSICA
Manuel Luján comentó acerca de su cercana amistad con Luis Hernández y de la relación poeta-músico. “Hay líneas paralelas entre lo que Lucho escribía y lo que escuchaba. Una estupenda manera de entrar a su mundo es a través de la música que escuchaba”, explica.
Por otra parte, recordó que la amistad con el poeta nació compartiendo música. “Hacíamos dúos musicales muy iniciales. Con el tiempo nos fuimos acoplando muy bien. A veces él tocaba el clarinete y yo en la flauta (…) Tocábamos cosas muy sencillas Telemann, Haydn, el cuadernos de cuaderno de Ana Magdalena Bach, que tenía canciones para niños”, indica.
“A lo largo del tiempo pasamos de la música medieval barroca más sencilla como el cuaderno del rey Enrique VIII a cosas más complejas. (…) Escuchábamos música y leíamos las partituras, los conciertos, los sextetos. Lucho se conseguía las partituras”, recuerda.
“Recorrimos un espectro musical muy grande escuchando desde música sencilla como era para dos flautas hasta Stravisky y todos los que le siguen. (…) Llegamos a tocar Hey Jude, que era nuestro éxito”, añade.
Manuel Luján comentó que la música llenaba el corazón de Luis Hernández. “Cuando llegó el piano a su casa fue inmensamente feliz, fue una maravilla para él”, detalla. Y recordó que el poeta de la calle 6 de Agosto compartía la música que escuchaba. “Lucho repartía música, además, de los cuadernos. Compró una casetera para grabar casettes, que luego regalaba”, apunta.
UN SER MUSICAL
El poeta Omar Aramayo recordó a Luis Hernández como un ser musical. “Esta mesa se llama Luis Hernández y la música, si fuera un ensayo lo llamaría Luis Hernández o la música. Él era un ser eminentemente musical, porque juntaba discos, iba a escuchar las canciones de las películas, apreciaba la música, interpretaba música, era un gran intérprete”, explica.
El escritor postuló que Luis Hernández tenía oído total. “Tenía la capacidad de transportar la naturaleza a los escritos”, apunta. “Para Lucho no existía una valla entre la música, la poesía, el dibujo, la caligrafía o la pintura, para él todo era lo mismo: expresión. En su poesía tampoco creo que hallan esas fronteras”, agrega.
Omar Aramayo habló de la relación de su poesía y la música.”Leo estos tres versos: Quisiera con una palabra/Contar de mí grande dolor/con una palabra. (…) La música está en los dos primeros versos (de ese poema). (…) Esas variaciones, esas entonaciones (del poema) las aprendió de la música, por eso era un ser un musical”, explica.
“Las ideas se hacen con palabras y en ese sentido Hernández ha creado un imaginario. (…) Él está en un franco crecimiento. Este poeta que es hijo y discípulo de Apolo, dios de los poetas, médicos y músicos, está en el momento de extender sus alas y de volar para convertirse en uno de los grandes poetas universales como lo es Vallejo, Oquendo de Amat, Moro. Lucho va a integrarse a este club privado”, sentencia.
RESCATANDO SU OBRA
El momento más emotivo de la velada llegó con la intervención de Enrique Wangeman, quien recordó a Luis Hernández como su mejor amigo e hizo un llamado a rescatar las composiciones musicales del poeta.
“Quisiera que se publique un tema musical de Lucho, se ha publicado los cuadernos, los poemas, pero nadie ha referido un tema compuesto por él mismo”, comenta.
Luego recordó el tema Oh my love de John Lennon que el poeta toca al inicio de la entrevista con Nicolás Yerovi. “Ese tema lo tocaba hasta el cansancio, pero cuando él lo tocaba, sentía que mi música y mi conocimiento del conservatorio era vacío. (…) Se salía del tono, no tenía orden ni desorden, él la tocaba y le metía un bobo que me dejaba totalmente out”, explicó luego de escuchar la interpretación de Luis Hernández.
Enrique Wangeman destacó el sentido musical que tenía Luis Hernández. “Lucho me explicó de que se trataba las tríadas mayor, menor, aumentada y disminuida, eso lo había estudiado y lo sabía de memoria, pero lo que me explicó es que la menor tenía un sentimiento de tristeza, en cambio cuando pasamos a la mayor era alegría y si le ponías la disminuida era más triste, como una depresión, un abismos, y la aumentada era esperanzadora”, añadió.
“Cuando Lucho murió estaba con el alma partida y pasé por su casa (…) (Entré y) toqué en su piano El Cisne, de El Carnaval de los Animales de Saint-Saëns, una canción que habíamos grabado juntos. (…) Cuánto daría por encontrar esa cinta”, precisó.