Por ser mayo el mes dedicado a la celebración del Día de la Madre, reseñamos un libro que aborda una de las tantas facetas de la figura materna: ser el soporte del hijo frente a sus temores. La Sala de Literatura Infantil Cota Carvallo de la Casa de la Literatura Peruana destaca como publicación de la semana el libro ¿Qué tal si…?, de Anthony Browne.
Por Rebeca Urbina, Sala de Literatura Infantil Cota Carvallo
Antes de empezar a leer un libro de Anthony Browne es necesario prepararse para aguzar la mirada, ya que este autor e ilustrador se caracteriza por el uso de muchos detalles en sus ilustraciones, que a su vez ofrecen señas y referencias para enriquecer la lectura y aportar múltiples significados, buscando simbolizar parte del mundo interior de los personajes o intensificar la atmósfera de la escena. Y los primeros en darse cuenta de estos detalles son los niños, mientras que muchas veces los adultos los pasamos desapercibidos, al menos en la primera lectura.
El libro de esta semana no es la excepción, desde su portada ya nos sorprende con imágenes poco comunes que se dejan ver por las ventanas de la casa que está detrás del personaje, a quien no se le ve muy contento que digamos. Luego, en las guardas iniciales se ve una mínima parte de un amplio tejado y el cielo lleno de estrellas, aún un poco claro ya que al parecer está empezando la noche. También se ve la copa de algunos árboles, como intentando ubicar al lector sobre un techo, desde el cual espiará la historia que está a punto de empezar. En las siguientes páginas seguirán apareciendo imágenes con curiosos detalles, capaces de sorprender, desconcertar, cuestionar e involucrar al lector con las emociones que están atravesando los personajes.
¿Qué tal si…? narra la historia de Joe, un niño que por primera vez va solo a una fiesta, pero ha perdido la invitación y no recuerda el número de la casa de su amigo Tom. Todo el libro nos hace partícipes del diálogo entre Joe y su mamá mientras buscan la casa de Tom. En esta conversación percibimos que Joe no se siente muy entusiasmado de ir a la fiesta, sino más bien está lleno de dudas y temores al respecto. Así, el papel que asume su mamá es el de ser su soporte, su apoyo moral, intentar darle la seguridad de que todo está bien.
Algunos de los diálogos están representados en viñetas. En las viñetas que aparece Joe el fondo siempre es oscuro y en las que aparece su mamá el fondo es totalmente blanco, lo que parece hacer un paralelo con la postura que cada uno asume en la conversación. La oscuridad del pesimismo, el miedo, la inseguridad, frente a la luminosidad de la imagen materna que intenta ver el lado positivo de las situaciones que plantea su hijo y darle calma. En algunos casos, luego de dar una respuesta confortadora cambia de tema rápidamente, conocido recurso de las madres para distraer la atención de los hijos hacia algo que no los preocupe.
Estos diálogos se intercalan con las imágenes de las fachadas por las que pasan y de lo que supuestamente ven tras las ventanas de estas casas, que vendría a ser la representación visual de los temores que tanto preocupan a Joe. Citaré solo algunos de los múltiples detalles, ya que algo interesante en los libros de Anthony Browne es que cada vez que volvemos a uno de ellos podemos seguir descubriendo particularidades que antes no habíamos percibido.
En la primera fachada si observamos el rostro de la luna, la forma de las nubes y una predominancia de estructuras metálicas, podríamos encontrar cierta alusión alienígena. Esta alusión se hace más evidente al momento de ver por la ventana una pareja de ancianos leyendo acompañados de su perrito, aparentemente comunes y corrientes pero si nos fijamos bien parecen tener pequeñas antenas sobre la cabeza, además del cuadro y la lámpara con motivos referentes a otros planetas. Esta es la fachada que observan luego de que Joe expresa su inquietud de que haya gente que no conoce y que pueda ser gente horrible. El temor a lo nuevo, a lo distinto, es expresado con la referencia a algo “fuera de este planeta”.
El temor a que haya mucha gente, que podría derivar en que no haya espacio suficiente para todos es representado por una casa en la que se observa un enorme elefante que ocupa toda la sala con su presencia. El temor a que no le guste la comida es representado por cinco rollizos niños en medio de un banquete poco apetitoso, en el que parecen verse gusanos, caracoles y ojos de dudosa procedencia. La apariencia de estos niños hace referencia a los gemelos Tweedledum y Tweedledee, golosos personajes de Alicia a través del espejo, solo que en este caso no son dos sino cinco. Previamente en la fachada podemos ver algunos detalles relacionados al imaginario de Alicia en el país de las maravillas, como un conejo y un sombrero en el tejado, un arbolito con rosas rojas y blancas y una imagen parecida a la cabeza del gato de Cheshire entre las rejas. Luego, la inquietud de que los juegos puedan darle miedo es representada por una fachada en la que se aprecia una amplia sombra de lo que parece ser un fantasma, una luna con expresión de susto y luego, por la ventana, la imagen de varios niños jugando de forma violenta. Así, vemos que los temores de Joe son personificados de manera auténtica en todas estas imágenes y nos acercan a lo que podría estar sintiendo.
Volviendo a los diálogos, a pesar de la actitud pesimista de Joe, su mamá no deja de darle respuestas alentadoras para animarlo a ir a la fiesta y no pierde la sonrisa; al menos no la pierde hasta que al fin llegan a la casa buscada y Joe entra a ella. En ese momento se intercambian los papeles y todos los temores que hasta hace poco intentaba aliviar en Joe, pasan a ser suyos: “Espero que Joe la pase bien”, “Claro que va a estar bien, ¡solo es una fiesta!”, “¿Qué tal si la está pasando muy mal?”. Todas estas dudas llegan ahora a ella acompañadas de un rostro que ahora muestra preocupación y un fondo ahora oscuro como el que antes acompañaba a Joe. Browne tiene una inusual maestría para retratar las emociones humanas, en este caso los propios temores que esconde una madre frente a su hijo para dotarlo de la seguridad que a veces ella misma puede no tener. Mamá es humana también.
Finalmente, pasadas las dos horas acordadas, vuelve a la casa de Tom para recoger a su hijo y es ahora a ella a quien se muestra intentando ver por la ventana qué habrá del otro lado. Al entrar, por primera vez en todo el libro se ve el rostro sonriente de Joe, complacido por haber ido a la fiesta. El fondo ahora es de color amarillo, mimetizándose con el estado de ánimo del personaje. No se ve el rostro de su mamá pero se asume su alegría al ver la de su hijo, porque, no me dejarán mentir las madres lectoras, no hay mayor alegría para una madre que la de ver a su hijo feliz.
Invitamos a grandes y chicos a leer ¿Qué tal si…? y muchos libros más en la Sala de Literatura Infantil Cota Carvallo, la cual atiende de martes a viernes de 10 a.m. a 5 p.m. y los sábados y domingos de 10 a.m. a 6 p.m. Todos nuestros servicios son gratuitos.