Este viernes 20 de octubre, la Casa de la Literatura Peruana cumplirá ocho años desde su fundación. Parte de su identidad y atractivo se debe al hermoso inmueble que ocupa: la Estación de Desamparados. En la biblioteca Mario Vargas Llosa escogimos como publicación de la semana el libro Rafael Marquina, arquitecto (Lima, 2005) para rendirle homenaje al artífice de esta y muchas otras construcciones que agraciaron el rostro de Lima.
Por Antonio Chumbile, Biblioteca Mario Vargas Llosa
Gran parte de la identidad de una ciudad descansa sobre sus diseños arquitectónicos. Siendo Lima una de las capitales más antiguas de Latinoamérica, cada nuevo proyecto de arquitectura en su espacio debe saber lidiar con su tradición y sus ansias de modernidad. Durante la Colonia y los primeros años de la República, la arquitectura peruana, así como otras disciplinas de la época, gustaba de imitar modelos europeos y aplicarlos con poco sentido de la adaptación a nuestra realidad. Rafael Marquina (Lima,1884 – Lima, 1964) sería uno de los pocos arquitectos que pudieron plasmar edificaciones con diseños de alta calidad y, a la vez, con un sello propio.
El libro Rafael Marquina, arquitecto (2005), editado por la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes de la Universidad Nacional de Ingeniería, es el fruto de una ardua investigación a cargo de Luis Jiménez Campos y Miguel Santiváñez Pimentel en homenaje a uno de los mejores arquitectos que ha tenido el Perú. Haciendo uso de planos, fotografías antiguas y una amplia bibliografía histórica, este libro nos otorga un panorama completo sobre la labor de Rafael Marquina como docente, urbanista y destacado servidor público en nuestro país.
Formado en la Universidad Cornell de Estados Unidos, Rafael Marquina ha tenido una trayectoria profesional en constante ascenso. Empezó como arquitecto en el Ministerio de Fomento para luego pasar por distintos cargos como jefe de Obras Públicas en la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima, docente en la Escuela Nacional de Bellas Artes, catedrático en la Escuela de Ingenieros, presidente de la Sociedad de Arquitectos del Perú, entre otros. Por estas y otras contribuciones a la urbanística en el Perú, sería condecorado con la Orden del Sol durante el gobierno de José Luis Bustamante y Rivero en 1948. En cada faceta, Marquina nunca dejó de elaborar proyectos para espacios públicos y privados. Justamente, durante su primer cargo público en el Ministerio de Fomento, en el año 1911, recibe la misión de construir la que sería una de sus obras más notables: la Estación del Ferrocarril Central de Desamparados.
El diseño de la Estación de Desamparados tenía que enfrentarse a un terreno con un desnivel muy pronunciado (5 metros) debido a su cercanía al río Rímac. Marquina no solo sorteó bien este problema sino también supo aprovecharlo para implantar tres pisos con áreas muy bien proporcionadas e iluminadas por hermosas farolas de vitral de estilo Art Nouevau. Para su construcción se utilizaron concreto armado con estructuras de fierro y la novedosa técnica expanded metal, la cual consiste en el uso de mallas metálicas que pueden aumentar su tamaño. Actualmente, su gran cantidad de salas interconectadas son de mucha utilidad para el dinámico desplazamiento de usuarios en la Casa de la Literatura. Esto demuestra una loable comunión entre la funcionalidad y la estética del inmueble. Luis Jiménez y Miguel Santiváñez nos otorgan una detallada descripción del trabajo de Marquina en este hermoso espacio:
“Dadas las características de la elevación principal, ésta denota un magistral manejo de las reglas académicas de composición por una parte; mientras que, por otra, la elaboración de los elementos empleados es de carácter ecléctico. Columnas dóricas pareadas, almohadillado, plintos, órdenes gigantes, entablamentos partidos, etc., son elementos tomados de diversos repertorios empleados en la composición…” (Jiménez & Santiváñez, 2005: p. 57)
Esta versatilidad en el uso de diversas técnicas dentro de un esquema clásico se puede notar en muchas obras de Rafael Marquina. Luis Jiménez y Miguel Santiváñez han rastreado minuciosamente todas sus edificaciones y las exponen en el presente libro con varios datos técnicos y una valiosa información histórica. Dentro de este repertorio de obras y proyectos, también podemos encontrar el Hospital Loayza, los Portales de la Plaza San Martín, el Puericultorio Pérez Araníbar, el Hotel Bolívar, la Vivienda Comercio en Petateros-Plateros de San Pedro, el edificio Wilson-Colmena, entre otros. Asimismo, mientras laboraba en la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima, Marquina también se encargó del diseño y construcción de más de veinte Casas de Obreros, las cuales fueron un conjunto de viviendas de uso multifamiliar que aún ocupan diversas calles del centro de Lima y La Victoria.
Como podemos notar, gran parte del rostro de Lima le debe su forma al talento y perspectiva de Rafael Marquina. Sin embargo, sus aportes no solo se limitaron a la ejecución de proyectos de construcción. Marquina también estuvo muy preocupado por la formación de los futuros arquitectos del país. Desde sus primeras labores como docente y funcionario público, siempre ha apostado por consolidar la carrera de arquitectura. También acentuó su profesionalismo mediante la formación de la Sociedad de Arquitectos del Perú, y mantuvo su actualización constante mediante la organización de los Congresos Panamericanos de Arquitectos. Al respecto, Héctor Velarde, uno de sus más importantes colegas, destacó lo siguiente:
“…a nuestro eminente y gran Rafael Marquina le debemos el patriarcado y gracia de esta flamante y sólida institución en nuestra nebulosa arquitectónica. Él ha sabido, como arquitecto auténtico, imprimirle desde sus orígenes el espíritu único e independiente que debe tener si es que deseamos su perduración eterna: el espíritu filosófico.” (Jiménez & Santiváñez, 2005: p. 34)
Plasmar este espíritu en las obras arquitectónicas de la ciudad requiere de cierta visión artística. Por este motivo, y por su prolífica carrera, el libro Rafael Marquina, arquitecto también es una suerte de radiografía de la ciudad de Lima a través de los ojos de este talentoso profesional. Su obra constituye un valioso legado que puede inspirar a los futuros arquitectos, en especial a aquellos que se planteen el reto cívico de hacer crecer y ordenar mejor esta ciudad.
El libro Rafael Marquina, arquitecto de Luis Jiménez y Miguel Santiváñez pertenece a la Colección Interdisciplinaria de la Biblioteca Mario Vargas Llosa de la Casa de la Literatura Peruana y la pueden consultar gratuitamente de martes a domingo de 10:00 am. a 7:00 pm.