Este sábado 20 de junio, el Club de Lectura de la Casa de la Literatura dedicará una sesión virtual a uno de los más grandes referentes de la novela gráfica, Persépolis, de la historietista franco-iraní Marjane Satrapi.
Por Antonio Chumbile, Biblioteca Mario Vargas Llosa
Durante largas épocas de violencia y represión, la literatura suele convertirse en un fértil espacio de expresión para las voces más excluidas. Tal fue y es el caso de Persépolis (Norma, 2003), una novela gráfica de culto, escrita y dibujada por la historietista Marjane Satrapi (Rasht, Irán, 1969). El libro parte de la experiencia de su autora desde que era una niña de 10 años que fue testigo directo de los múltiples cambios que impuso la Revolución islámica de 1979 en su país natal. Publicada a través de cuatro tomos entre los años 2000 y 2003, Persépolis nos narra el paso de “Marji” de la niñez a la adultez mediante una ágil narración que logra enfocarse tanto en su vida íntima como en la vida social de su familia y su país. Nuevamente, la literatura nos mueve de nuestra zona de confort para que podamos oír, ver y empatizar con el valioso testimonio de una mujer desde otro lado del mundo.
A lo largo de la historia, cada revolución ha tenido sus propias peculiaridades. En el caso de la Revolución islámica surgió en oposición al gobierno del último Sha de Persia, Mohamed Reza Pahlevi, quien representaba una monarquía que en sus últimos años aplicó una política liberal según los intereses de Estados Unidos. Impulsada por el clero tradicional iraní, grupos conservadores e izquierdistas, la Revolución de 1979 permitió la fundación de la República Islámica de Irán, cuyo primer mandato fue ocupado por el líder y fundamentalista religioso Ruhola Jomeini. Desde las primeras páginas de Persépolis, a través de la voz de la pequeña Marji, nos enteramos que las promesas de libertad que gran parte de la población iraní esperaba de la revolución no llegan a cumplirse: se prohíben el alcohol y las fiestas, las mujeres son obligadas a cubrirse el cabello con un velo y se aplica una fuerte represión cultural frente a toda influencia de Occidente. Además, al igual que se hacía antes de la revolución, los opositores al régimen son perseguidos y cruelmente reprimidos. La pequeña Marji será testigo de estos cambios en su escuela, en las calles y entre sus propios familiares y amigos.
Sin embargo, a pesar de vivir en una sociedad profundamente patriarcal, Marji no nos otorga un testimonio victimista sino, por el contrario, hace uso de su notable ingenio, inteligencia y buen sentido del humor para cuestionar muchos episodios de la historia de Persia y su historia personal. Como parte de su aprendizaje, Marji lleva a cabo en su mente divertidos diálogos y referencias muy sugerentes con Dios, Marx, Marie Curie, el Che Guevara, Gandhi, entre otros. Para esto, las ilustraciones en blanco y negro de la novela nos permiten ser espectadores de aquellas escenas que no le ocurren a Marji pero que sí llegan a ella a través de las noticias, testimonios o su propia imaginación. Esto logra que su narración mantenga su profundidad y sea, al mismo tiempo, muy expresiva y versátil para toda clase de lectores, incluidos los más jóvenes.
Persépolis también cuestiona ingeniosamente las diferencias -y coincidencias- culturales entre Oriente y Occidente. A partir del tomo 3, nuestra querida Marji se encuentra a los 14 años en Austria para continuar con su educación laica, lejos de la terrible guerra entre Irán e Irak. Aquí, ella conoce la discriminación, la soledad, el desamor y su complicado lugar en el mundo. En Europa, Marji es vista como iraní (o, en su defecto, simplemente como “islámica”), mientras que en Irán la consideran como una mujer “europeizada”. En este sentido, Persépolis es una gran oportunidad para acercarnos a la vasta riqueza cultural de Persia y, al mismo tiempo, poder notar sus diferencias con otras culturas y naciones como Irak, Afganistán o Turkmenistán. Marji nunca oculta sus preferencias o desacuerdos por ciertos rasgos de Occidente u Oriente. Por ejemplo, puede estar orgullosa de ser nieta de Ahmad Shah Qajar, el último emperador persa, y, simultáneamente, gustar de lo mejor de la música punk. De esta manera, los lectores podemos sacudirnos un poco de aquel conjunto de prejuicios culturales respecto a Medio Oriente que en algún momento el crítico literario Edward Said denominó como ‘orientalismo’. Gracias a la voz y la historia de Marji podemos disfrutar de un clásico de la narrativa gráfica y, al mismo tiempo, quitarnos el velo de los ojos.
Esta novela gráfica será leída y comentada este sábado 20 de junio a las 6 p.m. en el Club de Lectura Virtual, organizado por el equipo de Biblioteca Mario Vargas Llosa y mediadores culturales de la Casa de la Literatura Peruana. Puedes acceder a la novela gráfica en el siguiente link.