El 29 de mayo se cumplen 125 años del nacimiento de Alfonsina Storni (Suiza, 1892 – Argentina, 1938), poeta, periodista y dramaturga argentina. Con motivo de este aniversario, la Biblioteca Mario Vargas Llosa de la Casa de la Literatura Peruana reseña Las grandes mujeres (2014), antología ilustrada de una de las poetas argentinas más recordadas de la primera mitad del S. XX.
Por Manuel Barrós, Biblioteca Mario Vargas Llosa
Las grandes mujeres (2014) es una antología introductoria al universo poético de Alfonsina Storni. El libro da una visión panorámica a lo largo de sus distintas obras en verso: desde Inquietud del rosal (1916) hasta Mascarilla y trébol (1938). En un diálogo entre palabra e imagen, la edición se dispone para los lectores como una primera aproximación a la poesía de Storni a través de sus temas más íntimos y recurrentes. En ese sentido, la presentación que hace Clara Sánchez complementa la lectura a la luz de las distintas relaciones que se pueden entrever entre la autora y su obra.
La antología nos presenta una Alfonsina amplia y diversa, tan corpórea como abstracta. En ese panorama, uno de los rasgos que más destaca el libro es el de la poeta luchadora frente a las injusticias contra la mujer. Alfonsina no era de andar en manadas. Autónoma, de carácter fuerte y dispuesta a todo, su personalidad y su poesía fueron transgresoras y desafiantes a los moldes en los cuales se querían encasillar los roles de la mujer a inicios de S. XX. Por ejemplo, en la antología, el registro lírico de Storni cuestiona el amor desde el libre erotismo y la sexualidad. Uno de sus poemas más conocidos confronta el conservadurismo de la virginidad: “Tú me quieres alba…”. Al igual que en otros textos, Storni no rechaza la ternura o el afecto, simplemente los dispone sutil o bruscamente junto al disgusto, el desacierto o el propio cansancio.
La otra dimensión principal de la antología es la fragilidad de Alfonsina. Su feminismo y su inconformidad frente a las desigualdades de género no le impidieron mostrar los espacios más íntimos de su sensibilidad. Así, su lenguaje a veces áspero se combina con la calidez y la ternura de una expresión: “Espínate la mano y córtame una rosa”. De igual manera, desde su soledad también se conmueve y se solidariza. En el libro encontramos el poema de Storni escrito tras la muerte de su amigo Horacio Quiroga, así como la cólera, el contradictorio cariño y el desquite que sintió hacia algunos hombres.
De igual manera, la antología nos recuerda que Alfonsina también fue una poeta lúdica. La gracia y el divertimento estuvieron presentes en varios pasajes de su obra, en especial con los matices y detalles de elementos tan diversos como la sensación geográfica y la dimensión sonora. La música y los paisajes se traslucen a través de distintos motivos como las ciudades —sobre todo Buenos Aires—, el amor o la maternidad. Por otra parte, el mar es el móvil lírico que comprende en mayor grado los rasgos de la poesía de Storni. No ha de extrañarnos que ello se relacione temáticamente con la muerte, la penumbra y la desolación tan constantes en la vida de Storni.
Dicha relación la encontramos en la certidumbre de su temprana muerte que acompañó a Alfonsina a lo largo de los años. La antología recoge varios poemas sobre esta temática y, entre ellos, su verso más conocido: “Tengo el presentimiento [de] que voy a vivir muy poco”. La sensación de su fallecimiento, esa desolación permanente que la acompañó en vida la proyectó siempre para la extraña certidumbre de su pronta finitud: por ejemplo, preparó el poema “Epitafio para mi tumba” en el libro Ocre (1925). Y, claro, todo esto remite al suicidio de la poeta en el mar y la memorable canción Alfonsina y el mar compuesta por Ariel Ramírez y Félix Luna e interpretada innumerables veces por tantas generaciones.
Como se puede apreciar, esta antología es una invitación a la lectura de la poesía de Storni. Leamos, por ejemplo, el poema que da título al libro, Las grandes mujeres:
En las grandes mujeres reposó el universo.
Las consumió el amor, como el fuego al estaño,
a unas; reinas, otras, sangraron su rebaño.
Beatriz y Lady Macbeth tienen genio diverso.
De algunas, en el mármol, queda el seno perverso.
Brillan las grandes madres de los grandes de antaño.
Y es la carne perfecta, dadivosa del daño.
Y son las exaltadas que entretejen el verso.
De los libros las tomo como de un escenario
fastuoso —¿Las envidias, corazón mercenario?
Son gloriosas y grandes, y eres nada, te arguyo.
—Ay, rastreando en sus alas, como en selvas las lobas,
a mirarlas de cerca me bajé a sus alcobas
y oí un bostezo enorme que se parece al tuyo.