Este 4 de julio el Club de Lectura dedicará una sesión virtual al libro El intelectual i el obrero, editado por la Casa de la Literatura Peruana en el marco de la exposición Libertad d’escribir. El ritmo combativo de Manuel González Prada.
Por Antonio Chumbile, Biblioteca Mario Vargas Llosa
Una de las sensaciones que te deja la lectura de El intelectual i el obrero en la edición de la Casa de la Literatura Peruana es la de haber recorrido una larga pero intensa fila de carteles luminosos con las mejores consignas contestatarias de nuestro tiempo. A pesar de tratarse de un discurso pronunciado hace más de cien años, la potencia de su prosa y la vigencia de sus ideas nos incitan a leerlo así, como si recién hubiese sido escrito ayer. El intelectual i el obrero es uno de esos textos que reúne las mejores cualidades de Manuel González Prada (1844-1918) como ensayista, pensador y visionario. Si a esto le sumamos su diseño gráfico, enfocado a desplegar el poder visual de cada palabra, es muy probable que cualquier lector termine siendo interpelado y sacudido por este discurso, quizá tanto como los obreros que lo escucharon por primera vez el 1 de mayo 1905.
Antes de ser publicado dentro del libro Horas de lucha (1908), “El intelectual y el obrero” fue pronunciado en la fecha ya mencionada en la romería organizada por la Federación de Obreros Panaderos Estrella del Perú en homenaje a Florencio Aliaga, obrero del puerto del Callao que fue asesinado el año anterior por exigir en una huelga algo que ahora es considerado un derecho fundamental: no trabajar más de ocho horas al día. Este hecho marcó un hito en la lucha por los derechos laborales en el Perú y, muy probablemente, motivó varias de las reflexiones que Manuel González Prada plasmó en su discurso. Vale la pena recordar que el ensayista peruano ya mantenía relaciones muy cercanas con los obreros y líderes sindicales durante aquellos años en que las huelgas eran muy frecuentes en varias ciudades de Latinoamérica.
En la primera parte de El intelectual i el obrero, Manuel González Prada se encarga de refutar la desafortunada idea de que el trabajo intelectual es una práctica superior al trabajo manual. Además de señalar que esta supuesta “superioridad” ha sido usada por las élites y regímenes autoritarios para ejercer opresión y exclusión sobre la clase trabajadora, también hace una célebre explicación sobre la importancia vital de ambas labores en nuestra sociedad. A través de una serie de comparaciones, González Prada demuestra que el esfuerzo físico y mental del ser humano se hacen presente tanto en el acto de escribir para un periódico como en el de hornear un pan. “Las obras humanas viven por lo que nos roban de fuerza muscular i d’energía nerviosa” (p.10), concluye. La intervención gráfica de esta edición hace uso de diversos tamaños y posiciones de las letras, lo cual nos permite no solo oír son también “ver” el trepidante ritmo que le confiere González Prada a cada sentencia y a cada palabra. De esta manera, resulta casi natural que algunas de las frases más poderosas del texto ocupen un página entera: “Hai ojos que no leen, no hai estómagos que no coman.” (p.21).
Leer a González Prada en este formato que, además, no duda en intercalar dinámicamente los colores amarillo, blanco, negro y magenta, hace que cada frase suya impacte no solo en nuestro razonamiento sino también en nuestros ojos. Esto corresponde muy bien con las ideas del autor, según las cuales músculo y cerebro se complementan en cada acto de nuestras vidas: desde escribir un poema hasta luchar por la revolución. Cuando ésta última práctica es desarrollada en las siguientes partes del discurso, González Prada dirige sus críticas a los intelectuales y pensadores que muchas veces solo “se enredan” en sus teorías mientras que la masa es la que “ejecuta” los “cambios radicales” que tanto necesita. Lúcidamente, Prada señala que ambos grupos van en busca de la felicidad, pero ésta solo será justa si hace con sabiduría y solo será posible si se lleva de las palabras a las acciones. De allí la necesidad de que el intelectual y el obrero se nutran mutuamente. De allí también el gusto por dotar de color, movimiento y un espacio propio a cada palabra en esta edición.
En El intelectual i el obrero también se discute en torno a la propiedad, los movimientos populares, la justicia, la insumisión y el derecho a la felicidad individual y colectiva. El alto nivel de consistencia que exhibe este ensayo es el que Manuel González Prada alcanza en la mayoría de sus ensayos publicados en vida. Probablemente, la idea y la ejecución de esta edición puedan inspirar a otros lectores para crear formatos similares aplicados sobre otros textos del autor de Pájinas libres. La vigencia de sus propuestas y sus reclamos así lo exigen.
La presente edición de El intelectual i el obrero será leída y comentada este sábado 4 de julio a las 6 p.m. en el Club de Lectura Virtual, organizado por el equipo de Biblioteca Mario Vargas Llosa y mediadores culturales de la Casa de la Literatura Peruana. Puedes acceder al libro en el siguiente link.