La Biblioteca Mario Vargas Llosa de la Casa de la Literatura Peruana (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima) destaca la novela “No una, sino muchas muertes” de Enrique Congrains Martin.
Por Bruno Ysla Heredia, Biblioteca Mario Vargas Llosa
Entrevistado en abril de 1971 por el crítico y estudioso alemán Wolfgang Luchting, para su libro Escritores peruanos qué piensan, qué dicen, el entonces retirado narrador Enrique Congrains Martin (Lima, 1932-Cochabamba, Bolivia, 2009) dijo sobre su también hasta ese momento única novela, No una, sino muchas muertes (1958):
Con absoluta honestidad puedo afirmar que mi novela no trata ni sobre las barriadas de Lima, ni sobre la delincuencia juvenil, ni sobre el sexo, ni sobre la violencia, ni sobre el lumpen, sino, básicamente, sobre la mujer. Naturalmente, los cinco sub-temas que he mencionado tienen cabida en mi novela, pero no creo que constituyan el tema central […] Al elegir como protagonista de mi novela a un personaje tan conscientemente opuesto a cualquier prototipo o arquetipo que brindara la realidad, lo que yo hacía en el fondo, era tratar de denunciar la situación de la mujer peruana… y al mismo tiempo burlarme de los patrones femeninos convencionales… y al mismo tiempo quería decir, más o menos, “estas son las verdaderas posibilidades de relación de una mujer” o “una mujer debe atreverse a todo, absolutamente a todo”.
Mario Vargas Llosa resaltó esta cualidad en el prólogo de la reedición de 1975, por la editorial española Barral, a la que denominó: Naturaleza vaginal de la sociedad ficticia [en la novela]. No sólo eso, Vargas Llosa también afirmó que, a pesar de los años transcurridos, la novela conservaba su encanto primitivo, de novela salvaje. Otros escritores, como el fallecido recientemente Miguel Gutiérrez no dudaron en elogiar el libro, del que dijo: Nadie que haya leído No una, sino muchas muertes […] olvidará a Maruja, sin duda la primera representación de la mujer en nuestra narrativa con todo su poder. La escritora y activista Rocío Silva Santisteban, a propósito del fallecimiento de Enrique Congrains, también rescató lo esencial del texto: Pero sin duda la novela que marca una época y que describe a uno de los más intensos y extraordinarios personajes femeninos de la literatura peruana es No una, sino muchas muertes.
Enrique Congrains Martin publicó por sí mismo su primer libro en 1954, a los 22 años de edad, el cuentario Lima, hora cero, que inició la vertiente del realismo urbano en nuestra literatura y al que se le dedicó una de las sesiones de nuestro recordado Club de lectura; este libro incluye uno de los cuentos clásicos de la literatura peruana, El niño de junto al cielo; al año siguiente, publicaría otro libro de cuentos, Kikuyo, y, luego, esta novela, su publicación más renombrada, en Argentina en 1958, tras lo que se mantendría en un silencio literario que duró 50 años; aunque no sería un silencio editorial pues en el extranjero editaría libros relacionados a las técnicas de estudio y aprendizaje; en 2008 Congrains sorprendió al mundo literario peruano al publicar una nueva novela, dentro del ámbito de la ciencia ficción, llamada El narrador de historias, a la que seguiría inmediatamente la que sería su última novela, también de ciencia ficción, 999 palabras para el planeta Tierra.
No una, sino muchas muertes fue llevada al cine en 1983 por el director Francisco Lombardi, y guión del poeta José Watanabe y Edgardo Russo, con el título Maruja en el infierno. Congrains Martin, como le contó a Luchting, empezó a escribir esta novela hace 60 años, en 1956 y la publicó en Argentina, por primera vez, dos años después. En 1988, por la celebración de los treinta años de la novela, fue publicada nuevamente por Peisa (ésta es la edición que estará en exhibición) y en el prólogo de la misma Congrains amplió lo que dijo en 1971:
Sin embargo, Maruja no es sólo una representante tan excepcional como imaginaria del sector femenino […] sino que además ella se inscribe en el gran sector de peruanos marginados y oprimidos: Los más desfavorecidos y humillados de todos, aquellos que descienden de los antiguos peruanos […]; los llamados serranos […]; los “provincianos” […]; los campesinos y los comuneros (por subsistir en base a una agricultura rezagada, por hablar quechua y aymara, y por mantener viva una cultura menospreciada); y, desde luego, las propias mujeres (por constituir el sector sobre el cual la sociedad machista ejerce su hegemonía). Es claro que no se trata de categorías excluyentes, porque sobre un quinto de la población puede recaer esta suma de discriminaciones básicas (existen muchísimas más), al pertenecer al sexo femenino, ser campesina o comunera, provinciana, serrana y al transparentar un inocultable ancestro indígena.
Enrique Congrains Martin falleció el 6 de julio de 2009, a pocos meses de la muerte de nuestra poeta, y también, como Congrains, destacada representante de la generación de 1950, Blanca Varela.
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