Leonardo Valencia visita hoy la Casa de la Literatura Peruana

 “El síndrome de Falcón: un libro que un peruano debió haber escrito” es el título del conversatorio en el que participará el escritor ecuatoriano Leonardo Valencia junto al escritor peruano Carlos Calderón Fajardo. La mesa estará conducida por el joven escritor Gabriel Ruiz Ortega. La cita es en nuestro auditorio a las 6:30 p.m.. El ingreso es libre.

Escritores Leonardo Valencia (izq.), Iván Thays y Mario Bellatín (sentado).

 SOBRE EL AUTOR

Leonardo Valencia (Guayaquil, Ecuador, 1969).  Vivió en Lima entre 1993 y 1998, donde en 1995 publicó La luna nómada, su primer libro de relatos, en la actualidad reside en Barcelona, España. Fue seleccionado para el Hay Festival de Bogotá 39 como uno de los 39 autores más destacados de la actual literatura latinoamericana. Ha publicado el libro de cuentos progresivo La luna nómada (1995), por el que ha sido incluido en varias antologías internacionales como McOndo (1996), Líneas Aéreas (1998) y Bogotá 39 (2006).

Se da a conocer como novelista con El desterrado (2000). Su segunda novela, El libro flotante de Caytran Dölphin (2006) desarrolla en paralelo un innovador experimento narrativo en internet –www.libroflotante.net– realizado en colaboración con el artista digital Eugenio Tisselli y recibió una acogida unánime de la crítica: «Magnífica novela» (Ayala-Dip, Babelia); «Una elegía al libro» (Fernando Iwasaki, El Mercurio, Chile); «Un libro extraño, renovador, exigente» (Yanko Molina, Hoy). 

En 2008 publicó el libro de ensayos El síndrome de Falcón. Su novela más reciente es Kazbek, que cuenta con varias ediciones en España, Argentina y Ecuador.

En la actualidad dirige el Laboratorio de Escritura y es editor de la revista www.comunidadinconfesable.com

 

Leonardo Valencia acompañado de Julio Ramón Ribeyro (1993)

SOBRE “EL SINDROME DE FALCON”

 El síndrome de Falcón es una fiesta de la escritura y de la inteligencia. Los ensayos que lo conforman hacen honor al oficio de escritor como lo concibe Lezama Lima: “Que maneje fuerzas que lo arrebaten, que parezca que van a destruirlo. Que se apodere de ese reto y disuelva la resistencia. Que durante el día no tenga pasado y que por la noche sea milenario. Que le guste la granada que nunca ha probado y que le guste la guayaba que prueba todos los días”.

Con rigor no exento de humor e ironía, Leonardo Valencia entabla un diálogo frontal con la tradición literaria ecuatoriana expresada en obras canónicas de los sesenta como Entre la ira y la esperanza de Agustín Cueva. Valencia invita al lector a explorar e incorporar un legado literario universal, a través de textos que recorren la obra fundacional de Borges, Cortázar, Vargas Llosa, Vila-Matas, Aira, Juarroz y Ribeyro y, también las más distantes de Ishiguro, Lampedusa, Buzzati y Adonis, que Valencia convierte en cercanas y sugerentes.

 En sus reflexiones finales, Valencia nos permite asomarnos a su “estudio” de escritor y participar en el descubrimiento y elaboración de su mundo narrativo. En suma, gracias a la intensidad de su escritura y a su lúcido sentido de la literatura, El síndrome de Falcón es una vía incomparable para aproximarse al fenómeno literario de la mano de uno de los más importantes escritores hispanoamericanos de hoy. 

Estamos convencidos junto con René Char  de que “Existen libros que abren bailes”, es decir, libros que tienen la potencia de fijar un objetivo, marcar un ritmo, iniciar una figura y provocar algún tipo de cambio. Estoy seguro de que El síndrome de Falcón pertenece a ese linaje. Porque no hay otra literatura posible. Hablo, obviamente, de la buena literatura.

 

La contratapa del libro reproduce una sentencia de José Lezama Lima que describe el oficio de escritor así: “Que maneje fuerzas que lo arrebaten, que parezca que van a destruirlo. Que se apodere de ese reto y disuelva la resistencia. Que durante el día no tenga pasado y que por la noche sea milenario. Que le guste la granada que nunca ha probado y que le guste la guayaba que prueba todos los días”.

 

Y, ciertamente, Valencia ha sido arrebatado por esas fuerzas, por esas otras voces. Al extremo de que El síndrome de Falcón empezó a escribirse sin que su autor sea conciente de ello. Desde aquel, ya lejano 1994, cuando el poeta Alí Ahmed Said le confió que el problema de la dificultad de la poesía era un falso problema ideológico y que la dificultad de la poesía viene de la ambigüedad de la existencia. Pasando por el revuelo que, en 1998, causó su conferencia pronunciada en el Centro Ecuatoriano Alemán de Guayaquil, hasta arribar a sus Fragmentos para un adiós a la novela, publicado en 2007, donde asegura que es necesario “Escribir desde la fuente hacia mar abierto”. Hoy el libro está completo, redondo y sin embargo siempre progresivo –como esa Luna nómada tan cara a nuestro autor. Asediando una y otra vez las interrogantes esenciales del oficio de escritor.