El poeta Arturo Corcuera (Salaverry, La Libertad, 1935- Lima, 2017) ha fallecido luego de una enfermedad que lo afectaba desde hace unos meses, según ha confirmado su familia. El autor del célebre poemario Noé delirante fue uno de los poetas más representativos de la generación del 60 pero, además, mantuvo cercanía no solo con sus contemporáneos sino también con los vates del 50 y con narradores de la talla de Julio Ramón Ribeyro.
Premio Nacional de Poesía en 1963, Corcuera ha construido un universo poético, donde lo lúdico y los recursos del lenguaje han dado origen una significado curioso, delicado y significativo extendiéndose esta propuesta a la realidad. Estos fueron los méritos que se resaltaron del poeta en el reconocimiento que le otorgó la Cámara Peruana del Libro (CPL) en julio de este año y que se convirtiera en el último que recibiera en vida.
“El poeta nace y se hace. Viene con su ángel (poético) bajo el brazo, pero necesita formarse, educarse, enriquecerse de conocimientos, leer mucha poesía: a los grandes clásicos y a los poetas modernos. Las dos fuentes primordiales de la poesía son la lectura (sin ella no hay aprendizaje) y sin la vida no hay latidos. Sin vivencias no se gesta nada. El poeta se carga de recuerdos, dolores, imágenes, impresiones, amores, nostalgias para que se produzca el alumbramiento. Una mujer que antes no ha gestado no puede dar a luz una nueva vida. Y el poema es también una creatura, un ser vivo”, decía Arturo Corcuera.
Autor de más de 20 libros de poesía, su obra que los lectores apreciaron más fue sin duda Noé delirante, una metáfora en clave lúdica de la vida. A lo largo de sus 11 ediciones este libro ha continuado hablándole a lectores de diversas generaciones. En marzo de 2014 la Casa de la Literatura le dedicó una exposición de homenaje a este poemario resaltando los poemas y también las ilustraciones, esculturas y demás objetos que inspiró este trabajo del autor de Santa Inés.
“Los heraldos negros que nos manda la muerte anuncian que nuestro querido poeta y compañero Arturo Corcuera Osores, acaba de morir. Con gran pesar puedo decir que nuestro país cada día se va tristemente despoblando, pues, sus mejores hijos, como recientemente, Gregorio Martínez, y ahora Arturo Corcuera, proseguirán sus sabios cantares al lado de Vallejo y Arguedas y tantos otros notables artistas que supieron interpretar nuestra alma nacional”, señaló el poeta Hildebrando Pérez, también integrante de la generación del 60.
Sobre la obra, Pérez Grande manifestó que Arturo Corcuera “supo volver al verdadero hontanar de la poesía: al lenguaje, claro y sencillo, de nuestros pueblos, al imaginario popular lleno de gracia y sabiduría y a las imágenes radiantes llenas de magia y ludismo y humor, para celebrar la permanente agonía de nuestras vidas que siempre votarán por la paz, la belleza y la libertad”.
“Mientras Arturo inicia su viaje eterno, pienso que con él se va un tipo de poeta en extinción: el poeta-amigo. Con él se van muchos gestos y desprendimientos: el dato exacto en el instante en que lo buscas, la palabra adecuada cuando pierdes esperanzas, la grata llamada o el bonito e-mail inesperado, el compartir de un café con las magníficas paltas de su huerto. Estoy seguro de que se va a reunir pronto con Pucci (Jorge Puccinelli), con Wáshington (Delgado), con Paco (Bendezú), con Pablo (Guevara), con Javier (Heraud), con Lucho (Hernández), con Toño (Cisneros), con todos, con todos, con todos. Que el sol de Chaclacayo calienten tu bondad eterna, poeta”, expresó Sandro Chiri, poeta e investigador de la Casa de la Literatura Peruana.
Los restos del poeta serán velados en la Casona de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, centro de estudios donde se graduó en la Facultad de Letras y donde se desempeñara como director de la Biblioteca España de las Artes.
Fotos de poeta en la exposición Noé delirante