Una conjunción feliz entre lo andino y lo occidental. Don Edgardo Rivera Martínez (Jauja, 1933 – Lima, 2018) ha fallecido, y en los usuales recuentos sobre sus aportes literarios es inevitable afirmar que en su obra encontramos esta mirada de un hombre que reconociéndose andino no rechaza lo cosmopolita. Por el contrario, busca una relación armónica entre ambos mundos.
Viajero incansable en su juventud, cronista y narrador, su primera publicación fue el libro cuentos titulado El unicornio, en 1963. Su talento alcanzó gran notoriedad cuando en 1982 cuando ganó el Premio de las Mil Palabras de la revista Caretas con el magistral relato “Ángel de Ocongate”.
Fue sin embargo País de Jauja (1993), una novela considerada la mejor de los años 90, la que reveló el sentir del autor: este diálogo feliz entre la tradición andina y la sociedad influenciada por lo cosmopolita. Claudio Alaya Manrique, un adolescente de 15 años de edad, encarna este sentimiento. A través de su mirada en su Jauja natal, es testigo del mundo andino en el que vive y de que el mundo es ancho y no ajeno.
La Casa de la Literatura Peruana, en el año 2013, celebró los 20 años de la publicación de dicha novela con una exposición, donde figuraba la mítica máquina de escribir con la que escribió su más importante obra. Así también, el mismo año, le otorgó el Premio Casa de la Literatura Peruana en mérito a su trayectoria y aportes literarios.
“La propuesta de País de Jauja es el de una utopía posible, una conjunción feliz de un país multicultural como es el Perú y eso se sigue mostrando ahora que se toma conciencia y emergen en el panorama cultural etnias amazónicas que son más de 20, que tienen su lengua, su cultura muy amenazados por el sistema político y económico en que vivimos, por la minería informal, etcétera. Somos un país multicultural y lo que debería lograrse es una convivencia armónica, feliz, creadora y esa es la propuesta de esta novela”, manifestó don Edgardo en una entrevista en 2013 con la revista Buensalvaje.
Su última actividad pública se realizó en julio de este año en la Casa. La Red Literaria Peruana le rindió un homenaje y a su ingreso a nuestro auditorio fue ovacionado por el público. Además, se le entregó una pintura realizada en vivo, así como las muestras de afecto de sus lectores.
Desde nuestra institución celebramos su obra y hacemos llegar nuestras condolencias a sus familiares.
Nota: sus restos están siendo velados en la iglesia Virgen de Fátima del distrito de Miraflores, Lima.