Hace 20 años, Óscar Colchado publicó la novela Rosa Cuchillo. La obra vio la luz después de ganar el Premio Nacional de Novela de la Universidad Federico Villarreal en 1996.
Por Ricardo Flores Sarmiento
Rosa Cuchillo nació de un sueño. El relato que sería la semilla de esta novela de Óscar Colchado lo escuchó de su tía materna Ana Lucio. Ella le contó que había caminado por el mundo de los muertos.
En su pesadilla, Ana viajaba por caminos accidentados, donde la desesperación la invadía mientras más avanzaba. La sed se agudizaba a cada paso. Hasta que halló al lado de la vía un chorro de agua que caía desde las alturas de una montaña. Se apresuró en llegar, pero cuando se acercó vio un abismo y se sintió angustiada. No sabía por dónde emprender su camino.
“Ella me contó un fragmento de la parte mítica de Rosa Cuchillo”, explica Óscar Colchado. “Yo quería narrar de qué manera el hombre andino concebía el mundo del más allá”, agrega.
El paso a la vida después de la muerte es uno de los temas que aborda la novela. Ese tránsito entre ambos mundos que muestra la cosmovisión andina intercalada con la época de derramamiento de sangre por la violencia política. Rosa Wanka, protagonista del relato, vivió ese momento. La historia inicia después de su muerte.
“¿La muerte sería también como la vida? «Es más liviana, hija»”, se pregunta y escucha la respuesta en sus primeros pasos como alma viva. Un perro con machas blancas alrededor de su vista, como anteojo, de pelo crespo y lanoso la esperaba para cruzar el “río torrentoso, de aguas negras, el Wañuy Mayu, que separa a los vivos de los muertos”.
Yaneth Sucasaca, investigadora de la Casa de Literatura, recordó al leer Rosa Cuchillo relatos orales que escuchó de niña. “Nos solían decir no lastimes a ese perro, porque cuando fallezcas te va a guiar”, evocando a Wayra, guía de la protagonista en el más allá.
El perro negro cuyas palabras parecían ladridos caminó junto a Rosa Wanka por el Ukhu Pacha hasta ascender al Janap Pacha. Wayra es comparado con Virgilio, guía a Dante Alighieri en la Divina Comedia, sin embargo, su origen es mítico.
“Es una creencia de las culturas prehispánicas de que hay que criar un perro negro en vida para que en la muerte ayude a cruzar el koyllur mayo o río de estrellas para llegar donde se hallan los dioses”, manifestó Óscar Colchado. Esta creencia se ve reflejada en la tumba del Señor de Sipán, hallado junto a ocho personas, dos llamas y un perro.
CAMINO DEL AUTOR
Óscar Colchado nació en Áncash en 1947. Comenzó a escribir Rosa Cuchillo a principios de los ochentas. Tenía 35 años. Publicó la novela el año que cumplió 50. Ahora a los 70, va al parque cerca a su casa en La Molina para leer. Tiene un diario y sus vecinos no conocen su trayectoria literaria. Su colección de relatos infantiles Cholito se leen en muchas escuelas de Lima, mas no en el colegio que está a media cuadra de su hogar. Es autor de más de dos decenas de títulos entre novelas, cuentos, poemas, recopilaciones de relatos orales, antologías. Mantiene la humildad, pese a los múltiples premios que ha recibido. Vivió desde los cinco años en Chimbote y se mudó definitivamente a Lima en 1983. En 1989, se retiró de la enseñanza de Lengua y literatura en escuelas para dedicarse a escribir. Hoy, en el 2017, trabaja en una nueva novela.
Es un corrector incesante y literato disciplinado. Conserva hace más de dos décadas su horario de escritura de ocho de la mañana a dos de la tarde. Corrige, corrige y corrige sus escritos. Rosa Cuchillo le tomó casi 15 años y Hombres de mar cerca de cuatro décadas.
—¿Por qué trabaja las novelas durante tanto tiempo?
—La historia la va depurando y enriqueciendo mi subconsciente a medida que pasan los días, las semanas, los meses o los años. Cuando me meto en una historia, si estoy entrampado, la dejo, pero mi subconsciente está en permanente búsqueda y de pronto salta la idea.
La búsqueda de mejorar la novela lo ha seguido edición tras edición de Rosa Cuchillo. Luego de la primera edición de 1997, las del 2002 y 2005 sufrieron cambios. “He hecho reajustes de tipo formal. Me parecían que algunas frases le quitaban fluidez a la novela. Siempre estoy mirando una nueva edición, pero creo que la última de Alfaguara (2009) ya no la toco”, explica.
ROSA CUCHILLO
Los relatos orales que fue recopilando, las historias que escuchó de niño y los pocos estudios sobre la mirada al mundo de los muertos de las culturas precolombinas fueron construyendo el cuerpo de Rosa Cuchillo. “Logré darle a la información esa articulación con la que funciona la novela en la parte mítica”, explica Óscar Colchado en una entrevista del blog El cuervo sobre Palas.
Entre estas historias que escuchó de niño, está el nombre de la novela y sobrenombre a la protagonista. A su bisabuela paterna le decían ‘La Cuchillo’. Se ganó el sobrenombre, porque cuando se quedaba en el campo cuidando su rebaño dormía con un cuchillo bajo las mantas para cuidarse de ser violada por hombres que la asediaban. “Era distinto su nombre de pila, pero yo le puse Rosa para darle otros significados”, precisa Óscar Colchado.
El significado que buscaba el autor está en las dos caras que se ven en la novela. Por un lado, está Rosa en alusión a una flor que por tradición es asociada a la pureza y belleza, además, del nombre de una protagonista femenina, que demuestra el amor infinito a su hijo. Y al lado de esta idea está la palabra cuchillo, todo lo opuesto, ya que está relacionado con la violencia y fue creado para cortar, lacerar, herir o matar.
“Tenemos desde el título una novela que se presenta como híbrida, contradictoria, en el mejor sentido de la palabra”, explica el escritor Selenco Vega, narrador, poeta y ensayista, reciente ganador del IX Concurso Nacional de Cuento Premio José Watanabe Varas.
La novela inició su camino para contar el viaje de Rosa Cuchillo por el trasmundo. Sin embargo, en el momento que Óscar Colchado escribía la historia, el Perú se desangraba con una guerra fratricida contra el terrorismo. “No se respetaban las creencias mágico religiosas del campesinado, que se hallaba entre dos fuegos, vi que convenía juntar esta historia también —la de la guerra— para articularla en un solo soporte”, revela Colchado en El cuervo sobre Palas.
Antes de escribir la novela, Óscar Colchado había comenzado su carrera de escritor. Ya estaban en las librerías la novela La tarde de toros (1974), el poemario Aurora tenaz (1976), el relato Tras las huellas de Lucero (1980) y el conjunto de cuentos Del mar a la ciudad (1981), que le permitió ganar el premio “José María Arguedas” en 1978.
Mientras caminaba por la investigación y la escritura de Rosa Cuchillo sumaba premios importantes como el Copé Oro de la III Bienal de Cuento (1983) por el relato Cordillera Negra que integraría un conjunto de cuentos con el mismo nombre. Estas historias marcarían junto a Camino de zorro (1987) y Hacia el Janaq Pacha (1988) un acercamiento al mundo andino con la parte mítica. Estos tres libros serían un precedente a Rosa Cuchillo.
En estos primeros relatos Óscar Colchado empieza a usar un lenguaje híbrido entre el castellano y el quechua, lo cual le proporciona mayor verisimilitud al universo andino. “Ese lenguaje me lo dio el pueblo donde pasé mi infancia”, expresa el autor. “Tuve que tener cuidado para que ese lenguaje oral funcione como lengua escrita con un trabajo de poda y de relaboración”, añade.
“Su lenguaje reproduce la forma del castellano andino, es decir una mezcla bien manejada de castellano y quechua”, destacó el crítico literario y jurado del premio de novela Federico Villarreal, Abelardo Oquendo, luego de entregarle el galardón.
TRADICIÓN
Óscar Colchado viene de una familia de grandes narradores orales. De niño se nutrió de historias contadas por su madre y su tía Ana Lucio, a quien le dedica la novela Rosa Cuchillo. Ese lenguaje heredado está presente y se siente en la estructura de la novela. Múltiples voces se intercalan: Rosa Cuchillo lleva la narración; seguida de su hijo Liborio, quien muestra a Sendero Luminoso desde adentro; y Mariano Ochante, un rondero, que mediante un monólogo va centralizando todos los acontecimientos y explicándoselos al lector.
A inicios de los años ochenta, en la génesis de Rosa Cuchillo, Sendero Luminoso era una organización muy cerrada. No se podía obtener información para avanzar en la historia. Óscar Colchado se fue alimentando de notas periodísticas en diarios, revistas, libros como Sendero: historia de la guerra milenaria en el Perú de Gustavo Gorriti o los publicados por Carlos Iván Degregori.
La investigación se fue profundizando con los viajes del autor a Ayacucho, Apurímac, Cusco, Huancayo y Huánuco, donde pudo recoger historias de las vivencias durante los años más duros que vivió el Perú en las últimas décadas. Historias de madres que perdieron a sus hijos como la protagonista.
De estas historias nace el pueblo Illaurocancha, donde se desarrolla gran parte de la novela. Ese lugar que tiene el olor de los habales, que están en la falda de los cerros cercanos, es ficción, pero los hechos que ocurrieron ahí pudieron ser lo que pasó en otros lugares en aquella época. Como la madre que busca a su hijo desaparecido, un joven captado por los terroristas, las incursiones de los senderistas y de las fuerzas armadas a los pueblos y los ronderos en medio de los dos fuegos.
Lo mítico también es parte de la novela. El regreso de Liboria al Kay Pacha para transformar el mundo pudo ser el inicio de una nueva historia. “Podía insinuar que él regresaba a continuar esa guerra, pero lo veía más difícil porque estos personajes debían continuar en la selva con la guerra. No me atrevía a hacerlo. Creo que ahí está bien insinuando solamente”, revela.
ANTECESORES
La voz de los andes se siente en la novela Rosa Cuchillo y en muchas obras de Óscar Colchado, quien bebió de los textos de José María Arguedas, Juan Rulfo, Augusto Roa Bastos, Alejo Carpentier, Guimares Rosa, Miguel Ángel Astuarias, voces que han nutrido sus páginas de “la esencia latinoamericana”. “En sus obras está el pensamiento de nuestras culturas ancestrales y son las que en Latinoamérica nos dan autenticidad”, explica.
La cercanía con algunos de estos autores es evidente. “En Pedro Páramo de Juan Rulfo, todos los personajes están muertos y en Rosa Cuchillo básicamente ocurre también lo mismo. Se trata de un universo en el que ambas novelas están profundamente emparentadas”, expone Selenco Vega.
Pedro Páramo no fue la única novela de la literatura latinoamericana y occidental que alimentó a Rosa Cuchillo. Otras obras fueron La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes, Leyendas de Guatemala de Miguel Ángel Asturias, Eneida y Jerusalén libertada de Tasso y Diálogo de los muertos de Luciano de Samósata. “Me ayudaron a imaginar mejor los personajes y hechos que iba a tratar”, expresa Colchado.
En una entrevista a la agencia Andina en 1997, Óscar Colchado declaró que la novela había sido planteada como “la Divina Comedia del Mundo Andino”. La obra de Dante Alighieri tiene una fuerte presencia en la estructuración del mundo de los muertos en Rosa Cuchillo como lo confiesa el propio autor: “me sirvió para tener una idea de cómo utilizar esas estancias del más allá”.
NOVELA PREMIADA
Luego de casi 15 años de escritura e investigación Rosa Cuchillo se presentó al premio de novela 1996 convocado por la Universidad Nacional Federico Villarreal, cuyo jurado fue integrado por Wáshington Delgado, Eduardo Hopkins, Abelardo Oquendo, Julio Ortega y Oswaldo Reynoso. “No hacía mucho que había terminado la novela cuando se produjo la convocatoria”, recuerda el autor.
La obra antes de ser entregada al concurso fue reescrita siete veces. El trabajo en máquina de escribir hacía que cada arreglo en algún capítulo o la aparición de nuevos datos sobre la época del terrorismo lleven a la novela a ser reescrita. En el ejercicio de reescritura el autor iba ajustando la estructura y mejorando “la melodía de la prosa”. “Cada nueva versión iba perfeccionando el conjunto”, apunta Óscar Colchado.
En Rosa Cuchillo, hay técnicas literarias como poner la coma en vez del punto en los diálogos, una herencia de las novelas del boom literario. “Permite correr mejor la narración en su mixtura con el diálogo. El punto y el guion, lo detienen, lo aguantan; aunque hay casos en que uso estos cuando la historia hay que hacerla discurrir más pausadamente”, añade.
La técnica, el uso del lenguaje y el tema fueron destacados por el jurado que le dio el premio. El poeta Wáshington Delgado precisó que es “una excelente novela, actual y bien desarrollada, de muy buen nivel técnico, con lenguaje fluido y poético”. “Destaca por la manera equilibrada e imaginativa con que el autor ha sabido reflejar los aspectos del universo cultural andino”, añadió.
“Es una novela sentimental, afectiva con una mezcla de lo místico, lo real y lo actual”, explicó Abelardo Oquendo. Años después otro miembro del jurado elogió a la novela. “Es una de las mejores novelas que se ha escrito en el Perú sobre esa etapa terrible de la historia peruana“, indicó Oswaldo Reynoso a Lee por gusto.
REPERCUSIÓN
Hay momentos en la historia en que aparece una obra que “revoluciona la mirada que tenemos de la literatura”, explica el escritor Selenco Vega. “Este es el caso de Los ríos profundo de José María Arguedas, que fue publicado en 1958; ocurre también, en 1969, cuando aparece Conversación en La Catedral de Mario Vargas Llosa; y 1997, le pertenece por derecho propio a Rosa Cuchillo”, precisa.
La novela se publicó un año después de ganar el concurso. Comparte el año de nacimiento con grandes publicaciones como las novelas El precio de la aurora y Pálido pero sereno de Carlos Eduardo Zavaleta, los cuentos completos del mismo autor y una recopilación de ensayos llamada El gozo de las letras.
A Rosa Cuchillo se le mira como una novela que toca la violencia vívida por el terrorismo, pero poco por la forma magistral que muestra el mundo andino y su cosmovisión. “Decidí investigar, profundizar y decir efectivamente está la violencia política, pero empecemos por comprender que hay una racionalidad de la cosmovisión andina. Este aspecto hace que se comprenda mejor la novela”, explica Edith Pérez, investigadora literaria, quien escribió el libro Racionalidades en conflicto, cosmovisión andina (y violencia política) en Rosa Cuchillo de Óscar Colchado.
“He logrado penetrar en la profundidad del pensamiento del hombre del ande. Ese pensamiento arraigado en un mundo mágico y sobrenatural de intensa carga religiosa”, relató Óscar Colchado tras recibir el premio de la Universidad Nacional Federico Villarreal.
Se ha intentado ubicar muchas veces a Rosa Cuchillo en una corriente literaria. Fue puesta en la vertiente del neoindigenista, postindigenismo, de la narrativa andina y aún no encuentra su lugar. “Una gran obra por naturaleza es inclasificable”, apunta Selenco Vega.
Óscar Colchado la ubica como parte de lo real maravilloso, una corriente donde se escribe sobre las creencias ancestrales que para los pueblos no son cuentos, sino parte de la realidad. “En cambio el realismo mágico es más fantasía no representa al pensamiento auténtico del hombre andino”, marca distancia.
La obra tuvo gran repercusión y ha sido estudiada por Victor Quiroz en su libro El Tinkuy postcolonial, Utopía, memoria y pensamiento andino en Rosa Cuchillo; Nadja Osorio con La comunicación enunciativa en la novela Rosa Cuchillo de Óscar Colchado Lucio; Mariano Ramírez con la Etnoficción andina y colonialidad. Voces Subalternas en Rosa Cuchillo, entre otros. Tiene estudios en México e Italia. Ha sido traducida completamente al italiano y parcialmente al inglés y alemán.
La Casa de la Literatura Peruana le realizó un homenaje a la obra en la exposición permanente Intensidad y altura de la Literatura peruana, esta muestra propone una nueva lectura de la historia de nuestras letras.
“En el periodo de la violencia política hay una gran producción de obras literarias y dentro de esa enmarcamos como unas de las más importantes a Rosa Cuchillo”, explicó Yaneth Sucasa, investigadora literaria.
En el espacio asignado en la muestra a Rosa Cuchillo, la obra literaria comparte un espacio con la puesta en escena de Yuyachkani. “Quisimos incidir en la mirada de una madre que busca a su hijo”, aseguró.
HISTORIETA
Rosa Cuchillo trascendió la literatura. Parte de ella se instaló en el teatro y en la historieta. La escritora e investigadora literaria, Gladys Flores Heredia llevó el libro a imágenes. Ella trabajaba en la colección Con el filo de la oreja inquieta, de la editorial San Marcos, encargada de adaptar textos literarios al lenguaje del cómic.
“Le interesaba mucho la parte mítica de Rosa Cuchillo y muy conocedora de ello, logra desentrañarla muy bien y de una manera muy sencilla en ese libro que es para niños y jóvenes”, explica Óscar Colchado.
La fascinación de algunos estudiantes por la mitología griega y la necesidad de que lean, llevó a Gladys Flores a plantearse la publicación de un libro que narre la cosmovisión andina, nuestra mitología. “Rosa Cuchillo sistematizó la gran mayoría de dioses, de personajes imaginarios fantásticos del universo andino. Es como un bestiario mítico”, explica.
En un libro de color rosado, de forma cuadrada, plasmó la parte mítica de Rosa Cuchillo. “Seleccioné la parte mítica sin quitar nada, sin cambiar ninguna palabra, sin poner algún sinónimo, lo único que hice fue poner notas al pie de página”, detalla.
El libro contiene un pre-texto donde se presenta al autor, la corriente literaria de donde viene, los escritores que lo precedieron, los autores que lo influyeron. Lo más valioso es la presentación del mundo mítico de forma gráfica con los demonios, las almas en pena, los ríos y la composición del Janap Pacha (el mundo de arriba), Ukhu Pacha (el mundo de adentro y de abajo) y el Kay Pacha (tierra).
TEATRO
El grupo Yuyachkani decidió acercarse a la violencia política y se aproximó a la novela de Óscar Colchado. Mientras trabajaban de forma colectiva la obra Santiago, Rosa Cuchillo ganó el Premio de novela de la Universidad Nacional Federico Villarreal. El director de la puesta en escena, Miguel Rubio, la llevó para compartirla con el grupo. “La leímos y quedamos fascinados. La cosmovisión de la novela nos ayudó muchísimo en la puesta”, recordó la actriz Ana Correa.
Años después se presentó la oportunidad de que Ana Correa hiciera un unipersonal y se acercó nuevamente a Rosa Cuchillo. Pasaba por un momento difícil a su madre le habían detectado una enfermedad terminal. “Estaba buscando una respuesta en relación a la vida después de la vida. Esta novela fue mi acompañamiento y un consuelo de despedida”, evoca.
El proceso de creación tomó dos años y se seleccionó de 6 los 40 momentos que hay en la novela. La obra de Yuyachkani toma la parte de Rosa Cuchillo como madre, donde la protagonista demuestra el amor infinito por su hijo que la lleva a buscarla después de la muerte. Esa historia se suma al testimonio real de Mamá Angélica, una mujer ayacuchana cuyo hijo fue detenido en 1983 y al que no volvió a ver.
“Hubo un encuentro entre Rosa Cuchillo y Mamá Angélica, para hacer del testimonio de esta diosa encarnada mujer, una mujer más terrenal”, apunta.
DOS DÉCADAS DESPUÉS
La novela fue acogida de distintas formas por las critica a lo largo de los 20 años que lleva publicada. “Es sin duda el libro más ambicioso e imaginativo de Óscar Colchado”, señala Miguel Gutiérrez. “Es uno de los centros del corpus de la violencia”, apunta Gustavo Faverón. “De Rosa Cuchillo recupero su cosmovisión andina frente a los años de terror”, explica Claudia Salazar Jiménez. “Me impresionó muchísimo”, anota Karina Pacheco.
La mirada distante, a 20 años de la publicación, de los lectores, investigadores literarios y del propio autor da una valoración importante. “A diferencia de otras obras que se escriben en ese periodo, Rosa Cuchillo es completa”, explica Yaneth Sucasaca. “Muestra las múltiples caras que podían tener los relatos de esa época”, respalda Gladys Flores.
“Es una de las obras literarias más bellas y contundentes que se han escrito en el país. Cuando leí a Óscar lo sentí tan cerca y tan grande como José María Arguedas en su literatura”, expresa Ana Correa. “La propuesta de Colchado está a nivel de José María Arguedas, de César Vallejo. En su novela explora las diferentes vertientes de la violencia y la cosmovisión andina quechua y mestiza”, explica Edith Pérez.
“Se hará cada vez más entrañable para los peruanos porque siempre buscarán en plena modernidad sus raíces y creo que esas raíces de este mundo andino, peruano, se encuentran en Rosa Cuchillo”, sentencia el autor.
Han pasado dos décadas, desde que Óscar Colchado caminó por primera vez por el mundo de los muertos a través de las letras plasmadas en Rosa Cuchillo. Él dibujó el universo andino del mundo después de la muerte física. “Mi mirada de la muerte es como la de cualquier ser humano, que piensa que nunca va a morir”, apunta. La inmortalidad está en las páginas de su novela.