De cómo Alfredo Quispez-Asín eligió el nombre de César Moro que lo inmortalizaría como uno de nuestros más grades poetas.
Por Ricardo Flores Sarmiento
En la conservadora Lima de principios de los años veinte, Alfredo Quispez-Asín decidió llamarse César Moro (1903-1956). En esa época, pintaba sus primeros cuadros, soñaba ser bailarían de ballet y no había publicado todavía sus poemas. En una carta, dirgida a su hermano Carlos Quizpez Asín (1), le contó su decisión. Carlos estudiaba pintura en Madrid y César (o Alfredo) estaba en Lima.
La cuestión esa del nombre ha sido siempre para mí una tortura y naturalmente he tratado [de] sacudírmela, cuando llegó tu carta hace cuatro o cinco días, ya tenía –después de mucho pensar y no encontrar– un nombre: CÉSAR MORO (no firmo precisamente con esta letra de dibujante argentino).
No sé qué te parecerá el nombre, a mí me suena bien, es eufónico. Conste que no es de mi invención, y esto me friega. (2)
En la misiva, fechada el 6 de septiembre de 1923, también le cuenta que el nombre lo tomó del relato “Reverte I”, del español Ramón Gómez de la Serna. “Allí no había más noticias que un nombre español, muy español, César Moro, y unas señas. Lo apunté y me dirigí a su casa” (3), se lee en la primera aparición del personaje en el cuento. El relato apareció en la primera edición de Greguerías (4).
Lo encontré en un libro de Gómez de la Serna. Felizmente el que lo lleva no es personaje importante ni interesante. Lo más que le sucede es tener un caballo de pica que gana el Derby en Londres. Además, es un burgués, le cuenta a su hermano.
En ese sentido, André Coyné, uno de los mayores investigadores y difusores de su obra, señala: “Al optar por nombrarse César Moro, el pintor y aspirante a bailarín entierra a Alfredo Quispez Asín”(5). Y así, él lo confirma en la misma carta.
Por supuesto cuando me escribas pondrás en el sobre: Sr. don César Moro, le dice a Carlos.
No hay registros de que este cambio de nombre estuviera asociado a una ruptura con el origen de sus apellidos, pero sí hay muestras de que esa elección fue el nacimiento de una nueva identidad.
Renacer
Para muchos César Moro es un seudónimo del autor, pero es mucho más: es su nueva identidad, es el renacer de un joven aspirante a artista. Este propósito se afianzaría con su viaje a Francia tres años después de anunciarle su nuevo nombre a su hermano, dejando atrás el conservadurismo limeño que le cerró las puertas a su obra en ciernes. En París, realizó sus primeras exposiciones de arte y luego se sumó a los surrealistas convirtiéndose en el primer peruano en adherirse a las filas de André Breton. De ese país tomaría el idioma con el que publicaría sus tres libros: Le château de grisou, Lettre d’amour y Trafalgar Square. Los dos primeros publicados en México, donde vivió entre 1938 y 1948.
“Más allá de lo simbólico del cambio de nombre, hay que ver en conjunto una serie de gestos que Moro hace respecto a su identidad, que son de radical autonomía en todos los sentidos. Es muy vanguardista renegar de la herencia”, explica Rodrigo Vera, investigador de la exposición No es válida esta sombra. Moro-Westphalen. Eligió un nombre, un apellido, un idioma y un día de nacimiento (7). Todo lo reafirmó César Moro lejos de la tierra donde nació.
Cambio de nombre
La elección de su nombre no fue solo un seudónimo para firmar su obras o escritos, sino que traspasó todos los ámbitos de su vida. Tantos sus amigos como sus familiares respetaron su decisión y así lo recuerda en un artículo Emilio Adolfo Westphalen. “No adoptó un seudónimo ni un nombre de pluma sino se puso el nombre con que todos los que le conocimos, le hemos llamado y aun he oído que le llamaban en casa su madre y sus hermanos”, (7) cuenta.
Esa decisión fue respetada más allá de que recién en 1950 solicitó el cambio de nombre en el Registro Civil de Lima. En 1952 fue aceptado el pedido, tal como señala en su partida de nacimiento, pese a que los documentos oficiales anteriores a estas fechas estaban firmados como César Moro (8).
“Desde luego –aun para la Administración Pública y en todos los lugares donde trabajó– Moro fue siempre César Moro conforme constaba en su libreta electoral y demás documentos”, recuerda Westphalen en el mismo artículo.
A los 20 años eligió un nombre que lo acompañaría toda su vida. Con él realizó una obra plástica aún estudiada, una poesía singular y una vida llena de rebeldía. El escritor de La tortuga ecuestre nació como Alfredo Quispez-Asín y murió como César Moro en Lima, la horrible. La ciudad que siempre le fue ajena y lo vio nacer dos veces.
Notas
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Hermano mayor del poeta, quien fue un reconocido pintor y muralista peruano. Se formó en Madrid en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde coincidió con Salvador Dalí. Él tomó la decisión de cambiar su apellido con doble z por un gusto personal, según señala la investigadora Rosa Ostos Mariño en el artículo “Cuando César Moro se volvió César Moro”, publicado en la revista Lucerna N°8 (2015).
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Carta tomada de la revista Lucerna N°8 (2015).
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La versión que se revisó del relato es la publicada en el libro Greguerías, relatos, ensayos y otros textos, de Ramón Gómez de la Serna (Editorial Octaedro, 2008).
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La primera edición de Greguerías (Madrid: Editorial Prometeo, 1917), de Ramón Gómez de la Serna fue también la primera recopilación de sus greguerías o aforismos. Esta edición tuvo como característica que los textos breves fueron acompañados por relatos y ensayos.
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Moro, César. Obras poéticas completa. Edición crítica de André Coyné, Daniel Lefort y Julio Ortega. Córdoba: Alción Editora, 2015, p. 692. Revisado en el artículo citado de Rosa Ostos Mariño.
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Partida de nacimiento tomada del artículo “La creación de César Moro, o sobre cuándo nació realmente Alfredo Quíspez Asín”, de Rafael Ramírez Mendoza y publicado en el blog Párrafo 451 (2016).
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En la partida de nacimiento se lee que nació el 31 de agosto y no el 19 de agosto como se celebra. Es una hipótesis del autor del artículo que este aparente error respondería a una decisión del propio autor como parte de su nueva identidad.
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Artículo “En 1922: César Moro…”, de Emilio Adolfo Westphalen. Publicado en: Debate, n° 32, Lima., mayo de 1985, pp. 56-59; reimpreso en: Emilio Adolfo Westphalen, Escritos varios sobre arte y poesía, Lima, Fondo de Cultura Económica, Col. Tierra Firme, 1997, pp. 170-176.
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“El nuevo nombre que asumió desde esa fecha fue comunicado a su familia; además, se advierte cuando fue exiliado a México por apoyar a la República española en 1936. El nombre figura también en su libreta de inscripción en el registro nacional de extranjeros”, menciona el investigador Fernando Villegas en su artículo “César Moro y la identidad en conflicto. Simbolismo, psicoanálisis, surrealismo y abstracción en el arte peruano”, publicado el Boletín de la Academia Peruana de la Lengua, 62(62), 71-90. (2017). Tal y como se puede verificar en la imagen principal del artículo.