La investigadora argentina María Emilia López se presentó en el VII Congreso de la Literatura Infantil y Juvenil: lectura y literatura en la primera infancia con la conferencia Reflexiones, controversias y perspectivas sobre la didáctica de la literatura y la lectura en la educación inicial (0 a 6 años), donde compartió algunos alcances de cómo estimular el interés por la lectura y escritura en los niños.
“Tradicionalmente la lectura y escritura aparecen asociadas a la escolaridad básica, pero esto deja afuera una amplísima experiencia con el lenguaje que se inicia con la llegada del bebé al mundo e incluso antes”, precisó.
María Emilia López contó su experiencia de trabajo con niños pequeños, donde ha tenido un efecto exitoso. “La principal hipótesis acerca de este (buen) desempeño lector-escritor, se da en el encuentro que se ha producido con la lectura literaria temprana, la disponibilidad de la palabra poética ligada al juego, grandes dosis de juegos espontáneos, o una relación con los adultos cuidadores donde la disponibilidad y la escucha están garantizadas. Construyendo una matriz que se vincula con el lenguaje que trascienda, potencia y facilita el ingreso en la alfabetización convencional”, añadió.
Reveló cuál es la metodología que ella viene trabajando. “Es una metodología de trabajo cuyos procesos de alfabetización investigo para que los niños lean tempranamente. No estoy buscando acelerar ningún proceso”, apuntó.
Los pasos son: “Muchos juegos; una disponibilidad lúdica por parte de los adultos como intervención prioritaria; la palabra siempre abierta y atenta, muchas oportunidades de diálogo; mucha exploración artística, metáforas, narraciones y una buena biblioteca siempre a mano; y la lectura como experiencia de construcción de sentido sin ninguna ejercitación”, detalló.
PASO A PASO
María Emilia López fue desglosando cada punto y precisó la importancia de la estimulación de los padres a los bebés y a los niños con canciones de cuna, con conversación y atención. “La lengua surge en los niños con los primeros intercambios con la mamá, con el papá, con juegos de palabras, con la necesidad de comunicación. Todos los niños aprenden el lenguaje dentro de sus códigos”.
“Mediante los juegos y los balbuceos correspondidos que no son solo imitación de uno hacía otros, sino compartir los estados mentales entre el adulto y el niño desde el punto de vista de la emoción”, añadió.
La forma de presentar la lectura a los niños es importante, por ello se debe asociar al juego. “Cuando la lectura literaria se ofrece con frecuencia y disponibilidad similar al juego, es decir, cotidianamente, la adquisición de conocimientos en la lectura y la escritura tanto con las cuestiones lingüísticas como en la construcción de sentidos se fortalece notablemente. Podríamos decir que leyendo literatura, leyendo por placer, se aprende a leer y a escribir alfabetizando”.
Indicó que es importante que la lectura no sea una obligación. “Hay dos clases de niños: los que leen para la escuela y los que leen para ellos mismos, para satisfacer su necesidad personal. Me interesa hablar de los segundos, en ellos, los buenos libros ejercen un poder trasformador del pensamiento, pero depende gran parte de los mediadores”.
María Emilia López negó que este proceso busque acelerar el aprendizaje. “No nos proponemos que los niños se alfabeticen antes de lo común. Nos proponemos que el mundo escrito esté disponible, que encuentren buenos interlocutores, que ejerzan con libertad el derecho de leer e interpretar lo que leen y el devenir de esa experiencia es un proceso de alfabetización pleno, creativo, al propio ritmo de cada uno, superando las expectativas escolares”.
“Pienso que si los padres supieran que están acompañando a sus hijos en el aprendizaje de la lectura, que jugar, conversarles, que cantarles, contarles historias, tiene tanta trascendencia en la vida de sus hijos pequeños otra sería la historia”, sentenció.
PREGUNTAS DEL PÚBLICO
Cuando la investigadora fue consultada acerca de que si un niño de 2 años usa mal una palabra o la repite mucho, ¿debería ser corregido? “Traté de enfatizar mucho el derecho al juego, a la exploración, a producir asociaciones propias, a equivocarse, a inventar. Yo no lo corregiría, porque me parecería una falta de respeto para lo que es verdad para ellos en ese momento. Además, la relación con el entorno va a hacer que algún momento se dé cuenta que ha estado equivocado”.
Otra de las preguntas surgió por la diversidad de lenguas que tiene el Perú y cómo podría desarrollarse un trabajo en la primera infancia. Ella precisó que se pueden usar los mismos métodos. “Cada niño, cada familia, tiene una impronta propia. (La gran variedad de idiomas) no puede ser un obstáculo, puede ser una riqueza para los mediadores”, añadió.