Se abrió el telón: recorrido por teatros del Centro Histórico

La belleza del Teatro Municipal destaca en uno de los puntos del Mapa Literario. (Foto: Tom Quiroz)
La belleza del Teatro Municipal destaca en uno de los puntos del Mapa Literario. (Foto: Tom Quiroz)

Compartimos una crónica de este nuevo ciclo del Mapa Literario de Lima dedicado a los teatros del Centro Histórico.

 

Por Jaime Cabrera Junco

Si el Centro de Lima fuera un gran teatro, la calle ruidosa y siempre en movimiento sería el escenario. El elenco lo conformarían los transeúntes, los vendedores y quienes moran en los edificios monumentales, acaso la más bella escenografía de esta ciudad de aires coloniales y republicanos. El recorrido del Mapa Literario sobre teatros del Centro de Lima nos permite apreciar esta villa con ojos de espectador atento a cada acción que se producirá durante tres horas, de 10:00 a.m. a 1:00 p.m. Se abre el telón.

 

PRIMER ACTO: LA SALIDA

Son las 9:20 a.m. y los espectadores ya empiezan a llegar. En las gradas de la Casa de la Literatura aguardan sentados unas doce personas. No hacía falta comprar un boleto para esta función. Solo llegar temprano era el único requisito y varios lo cumplieron con creces. Al final, serán más de 60 los curiosos participantes de este primer recorrido que también continuará los sábados 30 de marzo y el 6 y 13 de abril. Niños, jóvenes y adultos. Estudiantes, profesionales de carreras diversas y amantes de las artes iniciaron esta travesía en una mañana calurosa de sábado.

Una vez marcado en el Mapa los ocho puntos de desplazamiento, Jesús Martínez y Erika Aguirre —mediadores de la Casa de la Literatura— empiezan su explicación. Jesús nos habla de la trayectoria del grupo Cuatrotablas y la interpretación de obras como El Rabdomante, de Sebastián Salazar Bondy, o también Estación Desamparados, de Hernando Cortés. Todas ellas representadas en la Casa de la Literatura durante el residentado artístico que tuvo la agrupación, cuya actividad mermó con la muerte de su director, Mario Delgado, ocurrida en 2016.

El teatro nacional propiamente nació a mediados del siglo XIX con Felipe Pardo y Aliaga, y con Manuel Ascencio Segura. En la siguiente centuria aumentarán la cantidad de grupos de teatro, la dramaturgia copiará los giros y manera de hablar de la ciudad poscolonial, servirá también como un espejo de la realidad.

Salimos de la Casa de la Literatura. El sol iluminaba con intensidad y los espectadores salían acompañando a los guías de este recorrido. Una maleta color marrón colmada de libros y material informativo eran el equipaje. Llegamos al segundo punto: el portal Botoneros, sobre el jirón Huallaga, en la Plaza Mayor de Lima.

—Los invito a mirar hacia atrás y cuéntenme qué observan —señala Erika.

El público voltea y señala las tiendas de zapatos, más allá una boutique, el restaurante que sigue en el otro extremo hasta llegar por el jirón de la Unión.

“Esta calle se llama Botoneros porque en esta zona se ubicaban los comerciantes que vendían ropa”, agrega la mediadora. Sobre esta calle —en la ficción claro está— se ubicaba la tienda donde trabaja el soñador Santiago, el hombre que quería volar como las aves. Santiago, el pajarero, es una puesta escrita en 1958 por Julio Ramón Ribeyro y dirigida años después por su gran amigo, Hernando Cortés.

Pero también en la Plaza Mayor se realizaban, en la época de la Colonia, los autosacramentales. Eran días donde el teatro era solo cuestión de élites. Lo popular era impensable. Felizmente los tiempos han cambiado.

—¿Han oído hablar de la triple A? —pregunta Erika.

Muchos no responden, quienes saben quizás no se animan a dar la respuesta.

—¿Triple A no es un tipo de pila? —murmura una señora con una risa burlona de palomilla de salón.

Nuestra tercera parada es la sede de la Asociación de Artistas Aficionados (AAA), ubicada en el jirón Ica 323. Fundada en 1938, la tripe A —y no nos referimos a la pila— fue una iniciativa del poeta Percy Gibson y tuvo su gran auge en la década del 50, considerada la época dorada del teatro peruano. De allí salieron magníficas representaciones de teatro, la más emblemática de ellas Collacocha, escrita por Enrique Solari Swayne, teniendo como protagonista al recordado actor Luis Álvarez, en el papel de Echecopar.

La dinámica del recorrido de cada punto es la siguiente: los mediadores nos dan referencias históricas y documentadas sobre las obras de teatro y actores. Nos muestran fotografías y también nos leen —e invitan a leer— algún fragmento de una puesta escénica, así como entrevistas a los dramaturgos y actores. En las lecturas ellos hacen un énfasis especial, como si intentaran ponernos al frente a cada personaje aludido.

Ya estábamos dirigiéndonos al siguiente punto cuando una señora de unos 70 años nos observa, primero intrigada y luego curiosa. Le cuentan qué estamos haciendo y nos dice que es una vecina que vive en el jirón Ica. Nos habla de una época en donde la cultura y las artes estaban mucho más vivas que ahora. Se despide diciendo que ojalá ese espíritu no muera.

 

SEGUNDO ACTO: UN BELLO TEATRO

Hay resurrecciones que ocurren al tercer día y otras que tardan un poco más. Unos metros más allá y en la misma dirección de la AAA, se encuentra el Teatro Municipal, nuestra cuarta parada. Llamado anteriormente Teatro Olimpo, luego Teatro Forero, el Municipal se llamó así desde 1928. Quién diría que exactamente 70 años después sufriría un incendio que lo mantendría cerrado por varios años. Ahora, gracias a este recorrido, ingresamos en el teatro más elegante de la ciudad.

Una vez dentro es inevitable contemplarlo mirando siempre hacia arriba. Sus frisos color dorado, sus butacas y alfombras rojas, el escenario enorme. La belleza en forma de arquitectura. Los participantes del recorrido miran embelesados, comentan y, claro, toman muchas fotos. El momento es único. Cuánta historia en este espacio. Cuántas ganas de ver una obra en este templo de la dramaturgia.

Luego, avanzamos hacia el Museo Municipal del Teatro, ubicado hacia el otro extremo, en el jirón Huancavelica. Quien no haya visitado el lugar, realmente podrá encontrar allí una síntesis de la historia del teatro peruano del siglo XIX hasta buena parte del siglo XX.

El quinto punto es el Teatro Segura. Llamado desde su fundación Teatro Principal, recién en 1929 adoptó su nombre actual. Actualmente se encuentra en proceso de restauración. Es claramente un homenaje al padre del teatro popular, autor de Ña Catita, El Sargento Canuto, entre otras obras. Aquí también destacó la presencia de escritores como Leonidas Yerovi, autor de la graciosíma puesta La de cuatro mil (1903). Victoria Santa Cruz presentó Teatro y Danzas Negras del Perú, además Cota Carvallo dio impulso al teatro escolar. Era un espacio, nos explica Erika, para revalorar el arte y la cultura peruana.

 

TERCER ACTO: EL CALOR DE LA PLAZA

“El Perú es Lima. Lima es el jirón de la Unión. El jirón de la Unión es el Palais Concert. Y el Palais Concert soy yo”. Eso decía Abraham Valdelomar, autor dandi, a quien quizás le fascinaría la tienda por departamentos que reemplaza al bello café donde se reunía con sus compañeros del grupo Colónida. Nos detenemos sobre la cuadra siete de esta vía. Estamos en el sexto punto del recorrido.

En esta calle los transeúntes vienen y van de prisa. Los jaladores de las tiendas de ropa o de comida, y de lugares donde hacen tatuajes, nos miran sorprendidos. ¿Qué venden? ¿Son de alguna religión?, parece ser la incógnita al vernos agrupados. Alzando la voz, y bajo el sol bravo de la una de la tarde, Jesús nos cuenta por qué nos hemos detenido aquí. Nos habla sobre el Palais Concert, sobre aquel acto irreverente perpetrado por José Carlos Mariátegui y César Falcón, donde la bailarina Norka Rouskaya escandalizó a la pacata Lima de 1917 al danzar en el Presbítero Maestro. Pero también estamos aquí porque en la misma cuadra 7 del jirón de la Unión trabajaba uno de los más dinámicos promotores culturales e intelectuales de la ciudad. Nos referimos a Sebastián Salazar Bondy, quien no solo incursionó en la dramaturgia, sino que además, desde las páginas del diario La Prensa, dio un espacio a la crítica de teatro. Lima, la horrible, no tenía mucha actividad teatral, y Salazar Bondy contribuyó a que esta aumente.

La Plaza San Martín en sí misma es otro escenario. Lugar donde confluyen marchas diversas, donde algunas noches grupos hablan de política o sobre el alfa y omega…en la Plaza San Martín se han escrito páginas de nuestra historia reciente, como también en ella han transcurrido algunas obras de ficción.

Séptimo punto, entonces. En el inicio del jirón Quilca se encuentra el Teatro Colón, inaugurado en 1914. Su historia ha atravesado distintas etapas, hasta llegar a una decadencia de la que intenta recuperarse, pero a paso lento. En dirección a La Colmena, Jesús nos recuerda que allí el actor argentino Reynaldo D’amore creó en 1953 el Club de Teatro de Lima, teniendo como fundadores a Ofelia Woloshin y a Sebastián Salazar Bondy. Trabajó en la formación de actores hasta su muerte en 2013. D’amore por el teatro.

La mirada de nuestro guía apunta hacia la calle Belén, como quien se dirige al exCentro Cívico para continuar por el Parque de la Exposición. No podemos ir hasta allá por tiempo, pero nos invita a imaginar aquella cabaña que da nombre a este espacio emblemático. La Cabaña, actual sede de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático (ENSAD), fue un espacio importante para la representación de diversas puestas escénicas. Ya que estamos en la Plaza San Martín, Jesús nos recuerda que en años que ya no volverán quedaba la sede de Radio Panamericana, donde en la década del 50 reinaban los radioteatros. En años sin televisión, ese era el entretenimiento por excelencia de las familias.

El calor golpea. Avanzamos con dirección hacia el Parque Universitario, octava parada. Allí nos remitimos al Teatro Universitario de San Marcos, a su impulsor Guillermo Ugarte Chamorro, así también a la promoción de nuevos actores. Erika nos refiere que el Teatro de San Marcos representó la puesta El cruce sobre el Niágara, de Alonso Alegría, como también la única obra teatral de Juan Gonzalo Rose llamada Carnet de identidad. Una puesta escrita para ser interpretada por su gran amigo, el actor Edgar Guillén.

Hemos acabado el recorrido. El público ha participado, ha aplaudido también luego de cada lectura. Tras la foto grupal, aplauden a Erika y a Jesús, quienes se despiden, e imaginariamente un telón desciende para invitarnos a la siguiente función.

 

DATO:

-Si quieres participar de los siguientes recorridos, debes venir antes de las 10:00 a.m. a la Casa de la Literatura Peruana (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima).

-Las próximas salidas serán los sábados 30 de marzo, 6 y 13 de abril.

-El ingreso es libre.