Ha fallecido el violinista, compositor musical e impulsor de la cultura andina Máximo Damián Huamaní (1936 – 2015). La Casa de la Literatura Peruana lamenta la pérdida de este gran artista que también fue una de las personas más cercanas a José María Arguedas.
Nacido en San Diego de Ishua (Ayacucho), Damián aprendió de niño a tocar el violín, pese a la oposición inicial de su padre, también violinista. En 1950 se trasladó a la capital y al año siguiente comenzó a demostrar su talento animando las reuniones de los migrantes andinos, con lo que ganó gran popularidad.
Fue célebre su amistad con José María Arguedas. Así recuerda su primer encuentro con el escritor en esta crónica de Rodrigo Núñez Carvallo:
“Los chiquillos fueron a llamarme a mi puerta: Te busca un señor blancón y con bigote. Quién será pues, dije, cuando salí a la calle. El señor me saludó en quechua. ¿Iman sutiki, papay? le pregunté. Me llamo José María Arguedas, y me dedico a la antropología y a escribir libros. Ven conmigo, trae tu violín. Vamos que te voy a hacer presentación en público. Ese mismo día me llevo a un centro artesanal en el centro de Lima. Desde allí siempre me buscaba para ir a fiestas costumbristas. Así pasando el tiempo un día me dijo: Desde hoy vamos a ser amigos. De acuerdo, dije, somos como familia. Por eso buenos amigos hemos sido, bien nos hemos querido. Hasta he llevado a mi papá y mi mamá a su casa cuando me invitaba a almorzar.”
Arguedas le dedicaría luego su novela póstuma El zorro de arriba y el zorro de abajo. En su escrito titulado “¿Último diario?”, el escritor lo señala como uno de los músicos que deberían tocar en su funeral. Así sería, y el eximio violinista acompañó el cortejo fúnebre de Arguedas interpretando una composición propia, “La agonía”, acompañado de Jaime Guardia, Alejandro Vivanco, Luciano Chiara y los danzantes de tijeras Gerardo y Zacarías Chiara.
Máximo Damián ha llevado su arte a países europeos como Alemania, Francia, Inglaterra y Holanda, así como a Estados Unidos y Japón. Así mismo, ha aparecido en varias películas, entre ellas el documental Sigo siendo (2012), donde su viaje de retorno a San Diego de Ishua es uno de los hilos conductores. Sus presentaciones solían ser acompañadas por el canto de su esposa, Isabel Asto.
