La publicación de la semana de la Biblioteca Mario Vargas Llosa de la Casa de la Literatura Peruana (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima) es “La invención novelesca”, del recientemente fallecido escritor Miguel Gutiérrez.
Por Bruno Ysla Heredia, Biblioteca Mario Vargas Llosa
Cuando en 1995 la desaparecida revista Debate organizó una encuesta entre escritores acerca de las mejores novelas peruanas, La violencia del tiempo (1991) de Miguel Gutiérrez Correa (Piura, 1940 – Lima, 2016) quedó en décimo lugar, por detrás de las grandes novelas de Mario Vargas Llosa, José María Arguedas y Ciro Alegría. La monumental novela de Gutiérrez era el único libro escrito después de 1981 que aparecía en los diez primeros lugares.
Quizás esos fueron los años de mayor reconocimiento de la obra de Miguel Gutiérrez; Alfredo Bryce Echenique, cuya novela Un mundo para Julius obtuvo el primer lugar en aquella encuesta, comentó entonces: “Celebro con sincero alborozo la presencia de dos novelas muy recientes, pues su elección, por lo breve de su vida en librerías, es una prueba más de su excelencia. Me refiero a La violencia del tiempo de Miguel Gutiérrez y País de Jauja de Edgardo Rivera Martínez [que tuvo el lugar 14], que no me canso de “promover” verbalmente aquí en España […]. Son novelas largas, muy largas, y eso me alegra, porque ahí están Swift, Rabelais, Proust, Celine, Sterne, en fin, que ahí están los más grandes, desde Cervantes, para probarnos que la novela larga tiene que ver mucho con la modernidad.” Posteriormente, en 1999, cuando nuevamente la revista Debate publicó una nueva encuesta, esta vez con el listado de las mejores novelas de la década de 1990, La violencia del tiempo quedaría en segundo lugar, esta vez por detrás de la novela de Edgardo Rivera Martínez.
Ésa fue también una época prolífica para el escritor piurano, a Hombres de caminos de 1988, le siguió el ya mencionado La violencia del tiempo, luego La destrucción del reino (1992), Babel, el paraíso (1993) y Poderes secretos (1995); Gutiérrez no era alguien nuevo en las letras peruanas, en 1969 había publicado su primera novela, El viejo saurio se retira, que en su momento fue muy criticada, esto tal vez tenía que ver con que, tiempo antes, editó el primer número de la revista Narración, junto a otros escritores como Oswaldo Reynoso, Eleodoro Vargas Vicuña, Juan Morillo, José Watanabe, Eduardo González Viaña, entre otros, a los que se unirían posteriormente Gregorio Martínez, Augusto Higa, Antonio Gálvez Ronceros, Nilo Espinoza, Hildebrando Pérez Huarancca, Roberto Reyes Tarazona y más; la revista fue muy polémica por su aproximación marxista a la literatura y por su crítica del status quo literario. Tras la edición del segundo número de la revista, vendría un largo silencio literario de Miguel Gutiérrez.
Junto con su reaparición narrativa, en 1988 Gutiérrez publicó un ensayo muy polémico, La generación del 50: un mundo dividido; este libro, una crítica marxista, a la vez que recuerdo personal, algo muy típico de los ensayos de Gutiérrez, a los escritores de la generación de 1950 y sus coetáneos, contenía opiniones muy cuestionables que marcaron en años posteriores la percepción de su obra; preguntado al respecto por Fernando Toledo, Gutiérrez expresó: “Escribí ese libro en un determinado contexto, muy difícil para todos los peruanos, y que a mí me tocaba, además, familiarmente. Dentro de esa atmósfera escribí ese libro y lo hice muy rápido.” Tiempo después, para cerrar el ciclo creativo iniciado en 1988, Gutiérrez publicó otro ensayo, Celebración de la novela (1996), un libro que, quizás sin proponérselo, funcionaba como contrapartida de aquel polémico ensayo, más que nada porque, además de exponer sus pasiones, esta vez únicamente literarias, Gutiérrez explicaría indirectamente el trágico contexto familiar que había vivido en los últimos años. Una tragedia familiar, debo decirlo, que no era mayor de la que vivieron muchos compatriotas en los años del terrorismo, pero tampoco menor.
Tras Celebración de la novela, habría un nuevo silencio literario, esta vez breve, que terminaría con la publicación de la que sería su gran novela de madurez, El mundo sin Xóchitl (2001), luego de eso publicaría algunos ensayos más, exclusivamente literarios, a la vez que empezaría a editar sus libros en editoriales internacionales, por ejemplo, su ciclo de novelas sobre la violencia, la última de las cuales fue también su último libro, Kymper (2014).
Uno de aquellos ensayos se trató de una reelaboración de Celebración de la novela, esta vez con el título La invención novelesca (Universidad de Ciencias y Humanidades, 2008); ésta fue una suerte de memoria literaria donde el autor habla de las lecturas (Dostoievski, Kafka y muchísimos más) y las vivencias que lo formaron como escritor, de sus entusiasmos y dudas; de sus alegrías y tragedias; es un libro escrito con pasión, pero ya no ideológica sino una plenamente literaria, donde cuenta detalladamente como surgieron obras como La violencia del tiempo, Babel, el paraíso, y El mundo sin Xóchitl, esta última dedicada a la compañera de sus últimos años, su esposa Mendis. También menciona en este libro a su personaje Kymper. La invención novelesca puede ser pues una introducción a la obra de Miguel Gutiérrez, un regalo a sus lectores o su testamento literario.
Miguel Gutiérrez Correa fue un escritor que en sus ensayos dejó ideas polémicas y cuestionables, pero también fue un autor de novelas que intentaron mostrar cómo funciona nuestra sociedad y que también supieron transmitir una profunda sensibilidad. El nuestro no es un estado totalitario donde se censure la obra de un autor por sus ideas, pero sí es un país libre y, por lo mismo, está en la libertad del lector decidir si desea leer estos libros a pesar de las ideas que alguna vez tuvo el autor, o no.
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